DICTAMEN DEL CONDE DE ARANDA
Señor:
El amor que profeso a Vuestra Majestad, justo reconocimiento a las honras con que me ha distinguido y el afecto que tengo a mi Patria me mueven a manifestar a la soberana atención de Vuestra Majestad un pensamiento de juzgo del mayor interés en las circunstancias presentes…
Las colonias americanas han quedado independientes; este es mi dolor y recelo.
Esta República Federativa ha nacido, digámoslo así, pigmea, porque la han formado y dado el ser dos potencias como son España y Francia, auxiliándola con sus fuerzas para hacerla independiente. Mañana será gigante, conforme vaya consolidando su constitución y después un coloso irresistible en aquellas regiones. En este estado se olvidará de los beneficios que ha recibido de ambas potencias y no pensará más que en su engrandecimiento.
La libertad de religión, la facilidad de establecer las gentes en términos inmensos y las ventajas que ofrece aquel nuevo gobierno, llamarán a labradores y artesanos de todas las naciones, porque el hombre va donde piensa mejorar de fortuna y dentro de pocos años veremos con el mayor sentimiento levantado el coloso que he indicado.
Engrandecida dicha potencia anglo-americana debemos creer que sus miras primeras se dirijan a la posesión entera de las floridas para dominar el seno mexicano. De este paso, no solo nos interrumpirá el comercio con México siempre que quiera, sino que aspirara a la conquista de aquel vasto imperio, el cual no podremos defender desde Europa contra una potencia grande, formidable, establecida en aquel continente y confinante con dicho país.
Después de las más prolijas reflexiones que me han dictado mis conocimientos políticos y militares y de más detenido examen sobre una materia tan importante, juzgo que el inicio medico de evitar tan gran pérdida, y tal vez otras mayores es el que contiene el plan siguiente:
Que vuestra Majestad se desprenda de todas las posesiones del continente de América, quedándose únicamente con las islas de cuba y de puerto rico en la parte septentrional y algunas que más convengan en la meridional con el fin de que ellas sirvan de escala o depósito para el comercio español.
Para verificar este vasto pensamiento de un modo conveniente al España se deben colocar tres infantes en América: el uno del rey de México, el otro del Perú y el otro de los restantes de tierra firme, tomando vuestra Majestad el titulo de Emperador.
Las condiciones de esta gran cesión pueden consistir en que los tres soberanos y sus sucesores reconocerán a vuestra Majestad y a los Príncipes que en adelante ocupen el trono español por suprema cabeza de la familia.
Que el rey de nueva España le pague anualmente, por la sesión de aquel reino, una contribución de los marcos de la plata en pastas o barras para acuñarlo en moneda en las casas de Madrid y Sevilla.
Que el del Perú haga lo mismo con el oro de sus dominios, y que el de tierra firme envie cada año su contribución en efectos coloniales, especialmente tabaco para surtir los estancos reales de estos reyes.
Que dichos soberanos y sus hijos casen siempre con infantes de España o de su familia y las de aquí con príncipes o infantes de haya, para que de este modo subsista siempre una unión indisoluble entre las cuatro coronas, debiendo todos jurar estas condiciones a sus advenimiento al trono.
Que las cuatro naciones se consideren como una en cuanto a comercio reciproco, subsistiendo perpetuamente entre ellas la más estrecha alianza ofensiva para su conservación y fomento.
Que no pudiendo nosotros surtir aquellas colonias de los artefactos que necesitan para su uso sea la Francia, nuestra aliada, la que provea de cuantos artículos no podamos nosotros suministrarlas, con exclusión absoluta de la Inglaterra, a cuyo fin apenas los tres soberanos tomen posesión de sus reinos, aran tratados formales de sus reinos con la España y Francia, excluyendo a los Ingleses, y conocerán potencias nuevas, pueden hacer en esta parte lo que libremente les acomode.
Las ventajas de este plan, son que la España, con la contribución de los tres reyes del nuevo mundo, sacara mucho mas producto liquido que ahora de aquellas posesiones; que la población del reino se aumentara sin la emigración continua de gentes que pasan a aquellos dominios; que establecidos y unidos estrechamente estos tres reinos, bajo las bases que he indicado, no habrá fuerzas en Europa que puedan contrarrestar su poder en aquellas regiones, ni tampoco el de España y Francia en este continente; que además, se hallaran en disposición de contener el engrandecimiento de las colonias americanas o de cualquiera nueva potencia que quiera erigirse en aquella parte del mundo; que España, por medio de este tráfico, despachara bien el sobrante de sus efectos y adquirirá los coloniales que necesite para su consumo; que en este tráfico podrá aumentar considerablemente su marina mercante y por consiguiente de la guerra por hacerse respetar por todos los mares; que con las islas que he dicho no necesitamos mas posesiones, fomentándolas y poniéndolas en el mejor estado de defensa y, sobre todo , disfrutaremos de todos los beneficios que producen las Américas sin los gravámenes de su posesión.
Esta es la idea por mayor que he formado de este delicado negocio. Si mereciese la soberana aprobación de vuestra Majestad la extenderé, explicando el modo de verificarla con el secreto y precauciones de vida, para que no lo trasluzca la Inglaterra hasta que los tres infantes estén en camino, más cerca de América de Europa, para que no puedan impedirlo. ¡Qué golpe terrible para el orgullo Ingles! Pero no importa, porque se pueden tomar providencias anticipadas que precavan los efectos de resentimiento.
1783
1 comentario:
Muy buena aportación de un tema por pocos conocido. Felicitaciones. Sin embargo, quisiera cuestionarles la signatura y el archivo del cual obtuvieron el documento; me disculpo por las molestias y reitero mi agradecimiento por el aporte
Muy atte: Carlos Romo
Publicar un comentario