Por: Miguel Salvador/FUNDACROVER A.C.
Después de una ausencia algo prolongada, quiero regresar a la prosa, pues la considero natural y amigable. Siguiendo mi estilo característico, primero viajaré al pasado, recordaré cuando mi hermana compró unos pajaritos – al parecer gorriones – y los colocó dentro de una jaula en el patio de la casa.
La situación de aquellas pequeñas aves me causó cierto sentimiento de aprensión y depresión, así que decidí liberarlos. En mi mente infantil bullía la idea de que ningún animal debería estar encerrado. Sin embargo, la realidad me sobrepasó - como siempre- pues los gorriones tuvieron algo así como pánico escénico y sólo volaron algunos metros quedándose parados en la casa del vecino de enfrente. Desde ahí sentí que me miraban como reclamándome algo mientras trinaban igual que cuando estaban encerrados. Presuroso los espantaba para que mi hermana no se percatara de mi acción y por supuesto me acusara con nuestra madre.
Desafortunadamente se dio cuenta y los trinos de los gorriones chismosos me delataron; no obstante, lo que recuerdo fue que mi hermana me explicó que esos animales no irían muy lejos porque nacían en cautiverio y por lo tanto no sabían que hacer con su libertad, al parecer les quedaba grande el cielo. Así fue como llegué a la conclusión que la realidad había sobrepasado mis sentimientos, o que quizás mi forma de pensar estaba equivocada, tal vez era de una especie rara.
Afortunadamente con el tiempo tuve la oportunidad de comprobar que no era el único que disertaba sobre la realidad. Gracias a una buena amiga pude leer un escrito de Octavio Paz, que hablaba sobre la poesía, y cuyo titulo es “Poesía de soledad y poesía de comunión”. En dicho escrito, Paz hablaba de algo que me era conocido, la “naturaleza inapresable de la realidad” y como el hombre, al enfrentarse a la realidad, la sojuzga, la mutila y la somete aun orden de lenguaje, que no es el orden de la naturaleza sino el del pensamiento; por lo cual como conclusión pude sacar que la verdadera realidad no es que realmente conocemos sino sólo una parte, la que podemos reducir a lenguaje y conceptos. Así me fui haciendo a la idea que la realidad no es realidad, sino algo que creamos y catalogamos y que la verdadera realidad debe estar en algún lado, pero debe ser tan poderosa que no la podemos ver a simple vista o como dicen por ahí, tal vez muy fea. Como con mis amigos los pajaritos, la realidad nos sobrepasa.
Tiempo después pude constatar que esa realidad no se ajustaba ni a la amistad, porque un estimado amigo se metió a la política y cuando lo escuché hablar me di cuenta que a él también la realidad lo había envuelto y sobrepasado por una realidad que ya no era de nadie. Así como lo señala Octavio Paz en su escrito de 1943: para afrontar la realidad el hombre cuenta con dos posturas: la religión y la magia, la primera suplica y ama y la segunda adula o coacciona.
El péndulo no se detiene, mientras el hombre busque su realidad.
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