EL
KILOTE DE LA HUACA
Por. Miguel Salvador Rodríguez Azueta
CAPITULO
I
Que
trata del jelengue acontecido al famoso caballero don Kilote de la Huaca,
después de la requisa del Puerto.
En un lugar del barrio de la
Huaca, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo que vivía un
caballero que había pertenecido a la elite del Sindicato de Maniobristas del puerto
de Veracruz.
Ni tan joven, ni tan viejo,
Alfonso Esquilano, rondaba en los 63 años, de los cuales 20, había disfrutado en
Jauja gracias a las ganancias de sus
negocios ilícitos en los muelles.
Rozagante y pasado de carnes
antaño, hoy chupado de rostro y de ausente talega, el Kilote habitaba una
bohardilla en una vecindad del Barrio de la Huaca.
Caído en desgracia a partir
de la Requisa de los Servicios Portuarios el 31 de mayo de 1991, al Kilote le
dio por vivir de recuerdos idos, añorando un pasado de francachelas y guateques.
Apodado el Kilote, porque
cada vez que disfrutaba de las ganancias de algún negocio organizaba una buena
comida con sus amigos del Sindicato y solía pedir todo por kilo.
Kilos de camarones, kilos de
pulpos, kilos de mota y kilos de coca, así de kilo en kilo, se quedó el mote
del Kilote de la Huaca.
La requisa lo dejó
literalmente en la calle, junto con otros cientos de compañeros de los
sindicatos de checadores y amarradores, tuvo
que apoquinar al Banco lo que debía -
que era lo más - liquidar su casa chica
y grande y vivir provisionalmente en el interior de su Ford Mustang modelo 1970,
hasta que su hermana Dorotea se apiado y le dejó arrumbarse en una diminuta bohardilla en su antigua casa del barrio de la Huaca.
Dorotea era viuda y vivía
con su hija Fernanda, apodada la “Pelona”.
De reciente ingreso a la filas de “La
Legión de María”, Dorotea, pretendía ejercer su devoción a través de la
caridad cristiana con nuestro personaje, cosa que le costaba mucho trabajo,
pues el Kilote era de buena memoria y a la menor oportunidad le recordaba a
Dorotea que en su juventud había sido de moral distraída o como dicen los
jarochos: “De culo alegre y bullanguero”.
-
¡Cuando ya no las quiere el diablo se
entregan a Dios!- le espetaba el Kilote en su cara.
En sus ratos de ocio- que
eran los más- el Kilote leía ávidamente
las aventuras de Kaliman, el Pantera y Chanoc, lo que poco a poco, junto con su
afición al aguardiente de caña – en cualquiera de sus presentaciones- lo que
contribuyó ún más a quemarles las neuronas.
Nuestro personaje, tenía
cierto parecido físico con Tsekub Baloyan, el padrino de Chanoc, incluso en su
forma de vestir, un viejo pantalón de mezclilla y una playera roja llena de bujeros cortesía de una añeja campaña
política, eran su outfit diario.
Sin embargo, cuando era convidado
a algún jolgorio, se enfundaba en una especie de disfraz, consistente en una
camisa de color chillón con estampados florales, un pantalón gris de origen
blanco, zapatos del mismo tono que pintaba con corrector líquido y un sombrero
tipo borsalino, adaptado al trópico y que no le ajustaba porque era más chico
que su cabeza.
Cierto día, después de un
Carnaval, el Kilote dejó de asistir a la banca que servía como oficina a los damnificados
de la requisa Salinista, pues pensó que
20 años ya eran suficiente y que ese plantón en la plaza de armas de la ciudad
de Veracruz ya se había convertido en selva.
Al Kilote se le hizo una
pérdida de tiempo estar exigiendo unos derechos, que los políticos se los
pasaban por el izquierdo, así que, obnubilado por las aventuras de sus
personajes de las revistas de historietas y al exceso de aguardiente, decidió sacudirse
la modorra y emprender nuevas
aventuras.
Sin poder mover su viejo
mustang - por falta de dinero para gasolina y repuestos- el Kilote empezó a recorrer la ciudad a pie, en
busca de chipotes que aplanar y jelengues
que aquietar.
No tuvo que ir al carajo para toparse con jiribillas dignas de versarse, apenas
cruzó el umbral del patio de vecindad, se encontró con Pancho Tranza, quien
animado por las visiones aventureras y la promesa del Kilote de nombrarlo
gobernador de la Isla de Sacrificios o mínimo de darle un Agencia Municipal en Villarín
(Zona rural del municipio), se animó a ser su fiel escudero y arriesgar la
zalea en pos de estas correrías.
Continuara…
DICCIONARIO
DE LA MUY DEMOCRATICA Y REPUBLICANA LENGUA JAROCHA
Apoquinar: Pagar de mal
gana.
Arrumbar: Abandonar algo en
una habitación.
Bujeros: Hoyos
Bullanguero: Alegre y
fiestero, afecto a la Bullanga.
Bullanga: Bullicio y jaleo.
Carajo: Lugar lejos.
Correrías: Aventuras
Chipote: Protuberancia,
chinchón.
Francahela.- Reunión para
beber y comer en exceso.
Guateque.- Baile alegre
Jauja.- Lugar mítico de
prosperidad y riqueza
Jelengue.- Molestia,
contratiempo
Jolgorio.- Fiesta animada
Jiribilla: Trampa/revoltoso
Zalea.- Cuero de oveja que
conserva su lana. “Perder la zalea” perder algo valioso que da confort.
Pachanga.- Fiesta
Outfit: Conjunto de ropa
Talega. Panza
CAPITULO
II
Que
trata de la primera correría del famoso caballero don Kilote de la Huaca, por
los Portales de Lerdo.
Así las cosas, el Kilote y
su nuevo amigo, Pancho Tranza empezaron a recorrer el centro histórico de la
ciudad de Veracruz buscando chipotes que aplanar y jelengues que
aquietar.
Caminaron a lo largo del
bulevar con dirección al norte. Al pasar por el un famoso Circo con Animales Marinos se detuvieron a aguardar el color verde
del semáforo peatonal. Kilote observó a un grupo de chiquillos harapientos
haciendo malabares para pedir dinero a los automovilistas. Triste escena, pues
las pocas monedas que ganaban las utilizaban para comprarle a un sujeto un
trapo empapado con solvente, al que le suelen echar también frutas, conocidas
como “Monas de Guayaba”. Tal escena incomodo al Kilote, provocando que hiciera gala
de lo que le quedaba de memoria al recordar aquella frase de Díaz Mirón: “La inopia vive sin un halago sin un
consuelo, sin un placer. Sobre los fangos
y los abrojos en que revuelca su desnudez cría querubes para el presidio
y serafines para el burdel”.
Aquella tarde, Kilote y Pancho
se la pasaron tomando aguardiente de caña en la playa de Regatas; al caer la
noche, decidieron caminar hacia la zona
de los Portales de Lerdo, así referidos en los mapas por encontrarse sobre la
calle que lleva el nombre del insigne veracruzano don Miguel Lerdo de Tejada,
pero por cuestiones de pereza mental muy propias del trópico, a los jarochos les había dado por mentarla
como Lerdo -así a secas- sin especificar si se trataba de don Miguel o don
Sebastián, ambos ilustres personajes de la historia matria y patria.
En los otrora alegres
Portales, existían hoteles y restaurantes, de antigua gloria, algunos aún conservaban
la impronta de su jauja y otros- los muchos- estaban esperando – al igual que los dueños –
que la gravedad hiciera su trabajo.
Uno de ellos, a punto de
desplomarse el techo, servía como albergue a los menesterosos de la zona. El velador
o encargado, era un viejo empleado del hotel, a quien los dueños se negaban a
liquidar por sus años de servicio, así que le habían dado el cargo de “vigilante”
con la aviesa intención de esperar a
que el techo se le viniera encima, y con eso salían ganando, así no pagaban
liquidación y se ahorraban la remodelación y cuitas ante el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia).
Aquel antiguo hotel, más
fachada que interior, conservaba poco indicios de sus mejores tiempos, dentro
sólo quedaban desechos.
Desechos; ¡Sí! literal, de muebles y de la sociedad. Un mesero y dos recamareras – en las mismas
condiciones que el vigilante, nunca recibieron su finiquito del hotelero trácala – quienes al no tener lugar
donde ir, decidieron esperar la justicia de los hombres en aquel lugar.
Otros huéspedes, de
semejante ralea, eran un indigente lunático
que se decía maestro de Yoga, y que para colmo se llamaba Lorenzo, tres
teporochos, una bandada de murciélagos y palomas que se alternaban la guardia -
en el día las palomas salían a buscar comida y en anoche lo propio los
murciégalos - así como cientos de ratas, un perro, dos gatos y un zopilote rey,
por herencia solitario.
Febril en su mente, el
Kilote al llegar a la zona de los Portales confundió aquellas ruinas con un
regio hotel de cinco estrellas, pidiéndole al velador, que también era un amigo,
una habitación clase presidencial para él y su fiel amigo Pancho Tranza.
El viejo velador,
acostumbrado a tanto loco, no le presto interés a los argüendes del Kilote, aceptando darles albergue por aquella noche, a
condición de que consiguieran algo de beber y de comer para todos los huéspedes
humanos.
Al Kilote, aquella condición
se le hizo ligera, - ¡Como echarse un buche del océano!- dijo, mientras se
rascaba la cabeza pensando cómo conseguir algunos morlacos y ayudar a aquellos
menesterosos pues invocando nuevamente al bardo veracruzano le dijo a su amigo
el gerente de aquellas ruinas:
“Sabedlo, soberanos y
vasallos, próceres y mendigos: nadie tendrá derecho al os superfluo mientras
alguien carezca de los estricto”
Pancho Tranza le propuso
pedir limosna en los Portales, a lo que el Kilote se opuso tajantemente, también
a la idea de cantar o bailar, pues le recordó a su amigo que él, no podía
rebajarse a tal nivel, sino seguir el ejemplo de personajes serios y valientes
como Kalimán o don Salvador Díaz Mirón.
Kilote, también pensó en
dedicarle su primer correría a una doncella, acordándose de Genoveva “la Peluda”, una
hermosa y conocida dama del puerto, ella sería el motivo de sus afanosas
aventuras.
Aún sin saber a bien,
exactamente qué hacer para ganarse unos pesos, Pancho vio en una mesa del
Portal a un solitario parroquiano, de aspecto bucólico.
–Con
botas y sombrero, cualquier pendejo es ganadero- pensó Pancho.
Al observarlo detenidamente,
se percató que el ranchero, lucia ostentosas prendas, cadenas de oro y una
pulsera tipo “molleja” de igual tipo, junto con un reloj fino.
En esas elucubraciones
estaba, cuando paso junto a ellos (Kilote y Pancho) un hombre ofreciendo “toques eléctricos”,
un pasatiempo muy común en los Portales
Jarochos. En una caja se colocan baterías eléctricas y mediante un ingenioso
sistema de resistencia de la corriente, la misma fluye por cables hacia unos
tubos de metal. El juego consiste en que el valiente o incauto resista lo más
posible la intensidad del voltaje, que va de 6 a 10 miliamperios, - Lo suficiente para no
matar pero si apendejar- pensó Pancho.
Pacho analizó las
posibilidades, que eran nimias, pero que podían ser viables, si el Kilote se
prestaba a entrarle a una apuesta de resistencia con aquel ranchero presuntuoso.
Continuara…
DICCIONARIO
DE LA MUY DEMOCRATICA Y REPUBLICANA LENGUA JAROCHA
Argüende.- Chisme, enredo.
Aviesa.- Maldad, inclinado
al mal.
Bucólico.- Referente al
campo.
Chipote.- Chichón.
Correría.- Aventura.
Cuita.- Trabajo, problema.
Jelengue.- Contratiempo.
Jauja.- Lugar de bonanza.
Ralea.- Clase, género o
especie.
Trácala.- Deshonesto.
CAPITULO
III
Que
trata de lo que le aconteció al Kilote al retar al ranchero presuntuoso en los
Portales de Lerdo.
Raudo, <<Pancho
Tranza>> maquinó la treta para hacerse de unos pesos a costa del
presuntuoso ranchero. Convenció al <<Kilote>> con pocos argumentos
y mucha imaginación acerca de la futilidad de riesgos de aquel duelo, pues le aseguro
que las descargas eléctricas le harían lo que <<el viento a
Juárez>>.
El <<Kilote>>
vaciló un poco, pero Pancho le juró y aseguró que saldría vencedor, pues la corriente
eléctrica correría mejor por el cuerpo del ranchero por estar cargado de oro y corindones, a diferencia del <<Kilote>>,
que aparte de no traer puesto más que huesos y pellejo, traía calzados unos
zapatos con suela de goma lo que ayudaría a aminorar el paso de la corriente.
En apariencia, el plan
explicado a <<Kilote>> por
<<Pancho>> era sencillo. El <<Kilote>> se sentaría
cerca del ranchero y <<Pancho>> se haría pasar por el señor de los toques eléctricos,
haciendo aparecer al <<Kilote>> como un hombre valiente que
soportaba grandes descargas y que nadie más podría hacer lo mismo. Si el
ganadero caía le aportarían la comida y
la bebida de aquella noche.
Previamente <<Pancho>>
había pactado con el dueño de la caja de toques eléctricos que le prestara la
caja porque tendrían un <<buen jale>>.
Así las cosas
<<Kilote>> se sentó cerca del Ranchero en la zona de los Portales
de Lerdo, pidió una cerveza y una torta de jamón Serrano y a los pocos minutos
apareció <<Pancho>> voceando
su servicio de <<toques eléctricos>>.
Fingiendo que no se
conocían, <<Pancho Tranza>> le ofreció las descargas al <<Kilote>>
y este aceptó, vociferando que el
juego era para hombres, muy hombres.
La jactancia de aquel personaje,
llamó la atención del ranchero, prestando atención al supuesto juego de las
descargas eléctricas.
<<Pancho>> había
acordado con el <<Kilote>> que sólo le daría una descarga de 6
miliamperios y que tendría que fingir que la carga era mayor para hacer caer al
Ranchero.
Dignos aspirantes a un
<<Oscar>>, nuestros personajes representaban su acto,
<<Pancho>> aparentaba que el daba alto voltaje al <<Kilote>>,
y este se retorcía fingiendo que la
carga eléctrica que le recorría era lo suficientemente alta como para desmayar a
un Anarquista.
-
¡Es un hombre, hombre!- exclamaba
<<Pancho>>- ¡Nadie podría
soportar los 10 miliamperio!.
El ingenuo Ranchero admirado
del presunto acto de valentía de aquel caballero, cayó en la trampa y llamó a <<Pancho
Tranza>> a su mesa.
-
¡A ver amigo! ¿Como esta ese asunto de los
toques?- inquirió el curioso Ranchero.
-
Bueno señor, es que esto es para puros hombres-Le
dijo Pancho como no prestándole atención a la pregunta curiosa del ranchero.
-
¿Que dices animal?- exclamo molesto el ranchero
parándose de su asiento- ¿Qué no ves que
yo soy un hombre?, ¿Acaso no te dice nada mi sombrero y mis botas de ganadero?
-
Bueno, bueno- respondió Pancho- usted disculpara
caballero, pero le recuerdo que el <<hábito no hace al monje>>.
-
¿Que dices malandrín?
-
Disculpe usted amigo, pero el caballero de esta mesa ha soportado el
tope que es de 10x10.
-
¿Y eso que quiere decir?- preguntó el
ranchero.
-
¡Que son diez descargas de diez
miliamperios!- le dijo <<Pancho>> seguro de que le había picado el
amor propio al ranchero.
-
¡Ah Dio!, bueno, ¡pues yo supero eso!-
Respondió el Ranchero sin razonar lo que decía.
-
¿Señor?
-
¡Que reto al caballero! ¡yo aguanto once!
-
¿Y que apuesta el caballero?- preguntó el
<<Kilote>> desde su mesa.
-
¡Le pago la borrachera!
-
Borrachera y comida, caballero- aclaro el
<<Kilote>>
-
¡Sí!, todo lo que aguante el caballero a
comer y beber- dijo el ranchero.
-
Bien, apuesta aceptada- contestó el
<<Kilote>>.
Pancho convenció al ranchero
de que iniciara él primero, pues el <<Kilote>> ya había recibido
los toques previos, así que sin mayores complicaciones el ranchero cogió los
dos tubos de metal, los apretó y espero a que Pancho diera inicio.
-
Bien, aquí vamos, 1, 2, 3, 4- decía
<<Pancho mientras subía la intensidad de los toques eléctricos.
Conforme <<Pancho>>
aumentaba la intensidad, el ranchero se retorcía por la circulación de
electricidad por su cuerpo.
-
7, 8, 9, 10, ¡bien, bien!- exclamo con
aparente asombro <<Pancho>>, ¡paso usted la primera!.
-
¡Bien, pues vamos por la segunda!- dijo el
ranchero muy seguro.
-
¡Va la segunda carga!- dijo
<<Pancho>>- a ver, 1, 2, 3, 4…
Cuando iban por el quinto
intento y ya con las tortas, y los tragos servidos, <<Pancho>> le
hizo señas al <<Kilote>> para que tomara de la mesa la comida.
-
¡Va la sexta!- grito <<Pancho>> a
ver 1 y…
De manera repentina, <<Pancho>>
subió el pase de corriente del 1 al 10, haciendo que el ranchero se quedara
pegado a los tubos, retorciéndose como tlaconete
en sal o Chinicuil en comal – cualquiera de las dos imágenes puede ayudar
al lector- situación que aprovecho <<Pancho>>
para arrancarle de un golpe las cadenas de oro y demás prendas y emprender la
huida, dejando al ranchero conectado a la caja de los toques.
-
¡Córrale Kilote!, ¡Córrale que nos apañan!-
gritaba <<Pancho>> mientras presuroso se perdía de vista por los
callejones del centro histórico.
-
¡Pancho!
¿y los amigos del Hotel, su comida?-le grito el sorprendido
<<Kilote>>
-
¡Córrale Kilote, no sea pendejo lo van a
apañar!
Sin salir de su asombro y
ante la posibilidad de que el ranchero lo desollara vivo al terminar su terapia
de choques eléctricos, el <<Kilote>> también emprendió la graciosa
huida con rumbo contrario a <<Pancho Tranza>> llevándose consigo las
tortas de jamón serrano que ya había pedido.
Continuara..