miércoles, 7 de diciembre de 2011

Hernán Cortés el mito

¿Es necesario un monumento a la fundación de la ciudad de Veracruz?

Por: Miguel Salvador/FUNDACROVER A.C.

Sigue la cuenta regresiva,  nos acercamos al 2019 sin que los porteños y jarochos sepamos a ciencia cierta que implica que nuestra ciudad tenga 500 años de haber sido fundada. De este hecho histórico solo existe un mural en el palacio municipal y un cuadro en la sala de juntas de presidencia, por cierto muy mal hecho, porque el autor no tomo referencias históricas, al parecer nadie le explico que en donde desembarcó Cortés no había gran vegetación.
Así las cosas, tenemos monumentos a los inmigrantes, a los niños pescadores, a Venustiano Carranza, a Juárez, a Lara, a Toña la negra y a hasta un perrito.
Pero, ¿Qué hay del monumento a la fundación de la ciudad?. Aquí surgen las visiones cortas y las lenguas largas, que se rasgan las vestiduras y exclaman que no es posible tal acción porque tendríamos que colocar al conquistar Hernán Cortés y cientos de fanáticos tratarían de impedirlo, como el caso de la estatua de Porfirio Díaz.
Es aquí donde yo me pregunto  ¿Es necesario seguir negando un hecho histórico en aras de una nacionalismo anacrónico y para colmo irreal?, como decía Octavio Paz  Apenas Cortés deje de ser un mito ahistorico y se convierta en lo que es realmente –un personaje histórico- , los mexicanos podrán verse a sí mismos con una mirada más clara, generosa y serena”.  Y esto es así porque si analizamos detenidamente los datos históricos  antes de la llegada de los españoles, existían estados, señoríos, cacicazgos y tribus nómadas diferentes: Tarascos, Chichimecas, Tlaxcaltecas, Totonacas, Mixtecas, zapotecas convivían en los que actualmente es el territorio mexicano, y entre todos el señoríos el  más poderosa era el famoso imperio azteca, el Culhúa Mexica, por lo tanto no existía una nación mexicana, como tal pretenden defender los que están en contra de la identidad veracruzana.
El imperio Culhua-Mexica estaba sustentado en la triple alianza, de los señoríos de México, Tezcoco y Tacuba, y su control de la zona comprendió aproximadamente 38 señoríos a fines del siglo XV. Una extensión cercana al medio millón de kilómetros cuadrados o sea la cuarta parte del México actual.
Cortés, definitivamente no era un improvisado, encontró que a estos pueblos les unía algo en común, el gran odio a los aztecas, por lo que fraguó distintas alianzas con Totonacas, Tlaxcaltecas, Hujotzingos, Choluleños y Chalcos, que de acuerdo a los datos proporcionados por  José Luis Martínez en su obra Hernán Cortés, (FCE) vino a dar un número de alrededor de 150,000 aliados indígenas, más 900 españoles.
Después de 75 días la imponente capital azteca cae en manos de los ejércitos aliados, era el 13 de agosto de 1521.
El autor  en referencia  rescata dos frases que quiero compartir con ustedes, para tener una visión más clara, no la de los vencidos, sino la de los convencidos, una de ellas es de Cristóbal del Castillo, historiador indio de origen tezcocano que dice respecto a la conquista: “Ningún ciudadano los ayudaron a los mexicanos por causa del odio que les tenían” y la otra de Arturo Arnáiz y Freg, quien dice respecto al tema en cuestión: “La Conquista de México la hicieron los indios y la independencia los españoles”.
Luego entonces, nosotros los ciudadanos veracruzanos, ¿Qué esperamos para reconocer un hecho histórico que es parte de nuestra identidad? o ¿seguiremos lamentándonos esperando que nuestra conmemoración de los 500 años sea organizada desde el nuevo palacio del Hueytlatoani en los Pinos?.

¿ GUERRA DE LOS PASTELES?

¿QUE PASO EN NOVIEMBRE Y DICIEMBRE DE 1838 EN EL PUERTO DE VERACRUZ?
Por: Miguel Salvador/FUNDACROVER A.C.

A 173 años de que la ciudad de Veracruz se ganara su segunda H, es importante aclarar algunos puntos oscuros de nuestra historia de bronce.
Oficialmente se le conoce como “Guerra de los pasteles” al primer conflicto armando que enfrentó  México con Francia.
Tomando como referencia las obras de Rafael Muñoz y del propio protagonista Antonio López de Santa Anna, les diré que el conflicto tuvo como antecedentes una serie de reclamaciones que ciudadanos franceses habían interpuesto ante su gobierno contra el incipiente gobierno mexicano.
Amparándose  en el acuerdo que ambos países habían firmado en 1827,   súbditos franceses reclamaban del gobierno mexicano indemnizaciones que provenían  de variados conceptos  tales como el fusilamiento de unos piratas  en 1835, la muerte de unos marranos del cocinero Duval y el clásico caso de la pastelería de Remontel, en donde el dueño reclamaba que unos soldados  del gobierno de Santa Anna habían causado destrozos por ochocientos pesos de aquella época, en particular este suceso dio pie a que el pueblo llano denominara al conflicto  “Guerra de los Pasteles”.
El total de las reclamaciones que el  rey Luis Felipe de Orleans exigía de México era de $600,000 pesos que luego subió a $800,000, así como otras exigencias políticas y comerciales, como nombrar a Francia nación más favorecida en el comercio mexicano.
El 16 de abril de 1838 y ante la falta de arreglo diplomático,  la escuadra francesa declaró el bloqueo a México, instalándose frente a Veracruz. Como no se llegó a un acuerdo por las cantidades y exigencias comerciales, el  27 de noviembre de ese año, los franceses iniciaron el cañoneo contra la fortaleza de San Juan de Ulúa, cuyo comandante no pudiendo soportar las 200 granadas que le arrojaron  los barcos franceses capituló. Así las cosas la plaza de Veracruz bajo el mando del general Manuel Rincón acordó con los invasores abandonar  la fortaleza y mantener solo mil hombres en la ciudad y una tregua de 8 meses, hasta lograr un resolución.
Al conocer la capitulación el presidente Anastasio Bustamante desaprobó dichos acuerdos y el 30 de noviembre decretó la guerra a Francia, nombrando al General Santa Anna como comandante de la plaza en sustitución del General Manuel Rincón, a quien se le instruyó  un consejo de guerra.

El General Santa Anna llegó al puerto de  Veracruz por la mañana  del 4 de diciembre notificándole de inmediato al comandante Baudin y al príncipe Joinville, (hijo del rey de Francia) que el gobierno desaprueba los acuerdos de Ulúa  y por lo tanto - de  acuerdo a las memorias de Santa Anna-  les da una hora a las tropas francesas para que se reembarquen.
La madrugada del 5 de diciembre tropas francesas irrumpen en el puerto de Veracruz, cada esquina de la vieja ciudad es un punto de resistencia, las tropas mexicanas tratan de resistir el empuje francés cuya objetivo es el de “llevar a educar a parís “ al general Santa Anna.  Para buena suerte del caudillo, el objetivo es alcanzado a medias, - el general Arista es confundió y llevado prisionero-   las sorprendidas tropas mexicanas logran reagruparse y rechazan el ataque francés, al llegar la tarde los invasores retroceden a sus lanchas, mientras las tropas mexicanas los hostigan. En un hecho temerario a la vez heroico, el general Santa Anna trata de cortar su retirada en la puerta del muelle, pero un cañón que protege la retaguardia escupe su fuego y destroza su caballo,  el hombre providencial pierde el conocimiento y al despertar se percata que además de haber hecho retirarse a los franceses tiene la pantorrilla de la pierna izquierda desecha y un dedo de la mano derecha roto.
La ciudad es abandonada por civiles y militares, al paso de los meses y gracias a la intervención inglesa, ambos gobiernos llegan a un acuerdo,  el 9 de marzo de 1839,  México acepta pagar a plazos  los  $600,000 pesos, además acuerdan que ambas naciones será favorecidas en materia comercial  y el conflicto con Francia termina por ese momento.
Conclusión: Veracruz gana otra “H” y pierde en la historia nacional, pues el conflicto se conoce como “Guerra de los Pasteles” por un pastelero de Tacubaya que nada tiene que ver con el puerto, mientras que como siempre, nadie recuerda la gesta heroica del pueblo veracruzano de los meses de noviembre y diciembre de 1838, así como los 70 cañones y una batería regalada por Felipe V que se llevaron  los franceses como botín de guerra.
azueta@hotmail.com

Los antiguos panteones de Veracruz

 Por: Ricardo Cañas
 
ANTECEDENTES
La insalubridad que tenía el lugar dónde hoy se asienta Veracruz daba por resultado una alta mortalidad entre sus habitantes y viajeros de paso, por tal motivo en el siglo XVII a Veracruz le apodaban "Cementerio de Europeos", la ciudad durante todo el siglo XVII y la mayoría del XVIII en plena era colonial era considerada como una ciudad de paso muy pocos se quedaban a habitarle solo los comerciantes con muchos intereses económicos y por supuesto sus esclavos, desembarcaban los viajeros aquí e inmediatamente emprendían el camino al altiplano o viceversa.
LOS PRIMEROS CAMPOSANTOS DENTRO DE LA CIUDAD
Hubo camposantos desde el cuarto asentamiento de la ciudad de Veracruz ocurrido en los primeros años del siglo XVII, siguiendo lo dictado en los croquis de la antigua "Ciudad de Tablas" muestra que había un panteón en la parte posterior de la Catedral, es decir, donde hoy está la Fototeca de Veracruz. Así mismo se realizaban entierros dentro del hospital de San Juan de Montes Claros el cual estaba situado en la hoy calle de Lerdo entre Independencia y 5 de Mayo donde actualmente se encuentra un estacionamiento; también hemos encontrado que se sepultaban cadáveres en los conventos, patios de las casas y dentro de las iglesias.
EL PRIMER CAMPOSANTO A EXTRAMUROS: LA HUACA
Debido a la terrible insalubridad en la que se vivía en la ciudad de Veracruz, en 1790 por orden del Virrey Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla Horcasitas y Aguayo, Conde de  Revillagigedo prohibió las inhumaciones dentro de la ciudad y ordena que se construya el primer panteón a extramuros, y del lado sur de la misma, junto a la iglesia del Santo Cristo de el Buen Viaje   (en parte de lo que hoy es el barrio de la Huaca) y porque hacia el sur? porque casi siempre los   vientos viene del norte, si el panteón se hubiera construido en ese lado los vientos llevarían los "malos aires" de la putrefacción hacia la ciudad, del modo contrario los alejan. Este panteón fue administrado por el clero y tuvo un costo de $8,888 pesos pagado por la mitra de Puebla y por los habitantes de Veracruz y estuvo en funciones hasta 1833, aunque para 1855 todavía existía pero abandonado, poco apoco la maleza fue cubriendo estas viejas tumbas que quedaron en el olvido y con el paso de los años se asentó sobre las mismas el famoso barrio de la Huaca; este nombre de origen Quechúa significa “lugar sagrado”, y fue dado por los viajeros extranjeros que llegaban hasta la Iglesia del Cristo para rogarle que llegaran con bien a su destino, al salir de la misma veían el panteón situado a su costado exclamando en su lengua “Huaca” refiriéndose al camposanto.
EL SEGUNDO PANTEÓN DE VERACRUZ
En 1831 fue  proyectado hacer un nuevo panteón todavía más al sur pues para éstas fechas los barrios extramurales de “la Huaca”, “el mondonguero” ya habían rodeado el viejo camposanto. Este nuevo panteón fue terminado en 1833 y tuvo un costo de poco más de $60 mil pesos pagados por el supremo gobierno y los recursos económicos provinieron de un impuesto que se le aplicó a las mercancías de importación conocido como "Derecho de Ornato" este panteón estaba en el espacio donde hoy está el Parque Ecológico y parte del Hospital General, se le conoció como el panteón "Del Canelo" y estaba totalmente bardeado, dividido en cuatro secciones con cuatro calzadas de mármol genovés, en cada una de las esquinas tenía una columna de casi ocho metros de altura, un pórtico muy elegante con pilastras y en la parte central de todo el terreno se levantaba una capilla con una hermosa cúpula de forma elíptica, y en las paredes posteriores   había nichos para colocar las osamentas, este panteón existió por casi cien años hasta que en 1932 se cerró para construir en su lugar el famoso Parque Deportivo Veracruzano el cual fue demolido al inicio de la década de los 90´s.
EL PANTEON PARTICULAR VERACRUZANO
El 17 de septiembre de 1894 el Notario Público Lic. Leandro Alcolea levantó la escritura para la conformación de una Sociedad Anónima que conformarían un nuevo cementerio,   denominado "Panteón Particular Veracruzano" en los terrenos de la ex hacienda de Malibrán, los primeros  socios fueron Don José González Pagés, Antonio Revueltas, José Mirón y Mosquera, entre otros. El terreno fue comprado al señor Ramón de la Fuente,   comerciante español radicado en esta ciudad y aquí viene lo más curioso del caso: éste caballero estaba incrédulo de la construcción del cementerio y exclamó cuando hizo la venta de sus terrenos "quien ch...aos va a venir a enterrar a alguien hasta acá" pues   para esa época se consideraba muy lejos esa zona, sin pensar que él sería el primer cadáver que sepultaron en ese panteón el día 31 de enero de 1896 ocupando la fosa #1, este panteón todavía existe, considerado como monumento histórico debido a la hermosura de muchas de sus tumbas de mármol, entre ellas de grandes personajes de la historia de México como Manuel Díaz Mirón, Manuel Gutiérrez Zamora, Francisco Hernández y Hdez., la hermosa tumba de mármol de Talavera de don Alejandro Sánchez, gran benefactor de la ciudad de Veracruz, la cual fue diseñada por él mismo muchos años antes de morir; así mismo se encuentra la tumba de Domingo Bureau en el área que corresponde a los Bomberos de Veracruz del cual fue fundador en 1873. También   está la tumba de Esteban Morales, de las víctimas del buque “Grijalva” entre otros más. Casi desde el inicio de su existencia los socios de este panteón optaron por construir un ramal para el tranvía de mulitas para poder dar un buen servicio de transporte a los deudos, este servicio dejó de tener tracción animal y se volvió eléctrico en 1939 con la inauguración de la ruta de tranvías “Panteones” que en 1957 se une en forma de circuito a la nueva ruta “Reforma-Zaragoza” que desapareció en forma definitiva en 1981.
EL PANTEÓN GENERAL
Debido a que el Panteón Particular Veracruzano por ser privado cobraba por las inhumaciones y no toda la población podía pagar sus costos,   el Ayuntamiento de Veracruz poco tiempo después creó el “Panteón General” que estaba ubicado frente al particular donde hoy es el parque Reino Mágico, administrado directamente por el gobierno municipal, estaba sobre un médano lleno de monte pues poco mantenimiento se le daba, solo en épocas de los "Fieles Difuntos" se chapeaba, no estaba del todo bardeado y por las noches eso mismo volvía peligrosa la zona, originalmente llegaba sus terrenos hasta el hoy fraccionamiento “Moderno” ya que en esa parte se encontraba la Zona Infantil, es decir donde se sepultaban a los niños, por ser de índole municipal, las fosas no podían ser de propiedad, ni tenían perpetuidad, después de siete años de permanecer el cadáver en una fosa se debía exhumar los restos y trasladarlos a un nicho. Las dimensiones de este desaparecido panteón se redujeron cuando se prolongó la Avenida Díaz Mirón en épocas del Presidente Municipal Roberto Avila. Este panteón   fue cerrado aproximadamente en 1986 y los restos mortales que en él había fueron trasladados al nuevo panteón llamado ahora Cementerio Municipal que hasta la fecha opera y que se encuentra junto a la colonia Dos Caminos sobre la Avenida de la Libertad. El Panteón Jardín que es de administración particular fue abierto en 1960 en el antiguo predio denominado "Positos" actualmente también sigue en funciones. También existen los panteones de Vargas y de Mata de Pita en el área rural del Municipio de Veracruz.
 
 

jueves, 3 de noviembre de 2011

La Fuente de Pegaso

Valor, prudencia e inteligencia  virtudes que deben regir a un gobernante

Por: Miguel Salvador/FUNDACROVER A.C.

El Palacio Nacional, en el Distrito Federal es un imponente conjunto de edificios que albergan distintas oficinas gubernamentales. En 40,000 mts2,  bajo las ruinas del palacio de Moctezuma, se erigió su  residencia el conquistar Hernán Cortés.
Durante la colonia el edificio sirvió como oficinas de la creciente burocracia virreinal lo que motivaba altos costos, pues el gobierno pagaba altas rentas a Hernán Cortés y posteriormente a sus descendientes, por lo que con el paso de los años, el gobierno Virreinal  trabó un litigio para dejar de pagarle rentas por el uso del palacio a los descendientes de Cortes,  al final su hijo Martin  decidió llegar a un arreglo y venderlo al virrey por la cantidad de 264 mil reales.
Para 1692,  un motín popular  propiciado por la hambruna, hizo que más de 8 indígenas predecesores de los indignados de hoy  se volcaran hacia el palacio y lo incidirán quedando en ruinas hasta  1711 cuando inicia su reconstrucción.
Pues bien, en este palacio no solo se albergaron virreyes, emperadores, presidentes, poderes de la unión y hasta vendedores de garnachas, sino que además cuenta con tesoros artísticos de deben ser  de gran valor para los mexicano, por ejemplo en el patio se encuentra una réplica de una fuente singular, que de acuerdo a los registros históricos - se dice que la original databa del siglo XVII-  era una fuente ochavada, en cuya cúspide estaba un Pegaso. El caballo mitológico cuyo nacimiento fue originado de la sangre derramada de la medusa, ósea el mal.  Perseo el héroe de la historia tuvo que hacer uso de tres virtudes para vencerla: el valor, la prudencia y la inteligencia, mismas que según la leyenda mexicana deben tener todos los gobernantes mexicanos para poder dirigir este hermoso país.
A ciencia cierta no se sabe que ocurrió con la escultura original, lo mismo pudo haber sido destruida  en 1692 o pensando un poco mal a lo mejor adorna junto con los leones de telégrafos, la cama de Carlota y otras obras de arte el jardín de algún viejo político o una de sus “favoritas”.
Por eso, yo pediría que la regresaran a su lugar original a ver si echándole unas monedas como al fuente de Trevi se no cumplen el tener un gobernante que tenga esas tres virtudes.


viernes, 26 de agosto de 2011

CONTRACORRIENTE…


Ariles y más ariles
ariles de Sotavento,
yo también fui marinero
y navegué contra el viento…
(Balajú, Son de dominio público).


Por: Manuel Polgar Salcedo

 Intramuros, El Puerto de Veracruz ha sido paradójicamente, receptivo y permeable y vivo, tal como su columna vertebral de piedra muca; es ésta cualidad, probablemente, la que lo ha convertido a lo largo de los siglos en un mosaico de culturas tan diversas y heterogéneas. Ha sabido atrincherarse también, por otra parte y cuando ha sido necesario, ante las armas invasoras y las terribles agresiones externas: “Veracruz que sabes ya, más de pólvora que un chino…” (Paco Píldora). Pero más peligrosas por disfrazarse de sutiles, seguramente, generando graves consecuencias sociales, una lamentable “confusión de identidad” y costando más vidas a la larga (que ya es ahora) en nombre de la “modernidad” y el “progreso”, son las olas que hoy nos revientan en el Malecón  y que, por venir con la corriente de los grandes capitales y de los sistemas de comunicación masivos, se nos presentan como atractivas y hasta necesarias.

Pero atisbos de resistencia popular, espontáneos e ingeniosos, han brotado al mismo tiempo en los momentos más conflictivos y cuando todo parece perdido en estas tierras y estos mares; la identidad del jarocho se renueva entonces y se recrea en sus calles, en sus plazas, en sus barrios antiguos y en los espacios en los que el personaje cotidiano nos recuerda lo entrañable de vivir en el trópico. Y es que al igual que en otras ciudades del país, aquí la cultura no viene de las Instituciones ni de los programas gubernamentales: aquí la cultura se genera desde abajo y se hace fuerte al calor de la imaginación y del ingenio de sus pobladores de siempre. El porteño toma las banquetas y las convierte en extensión de su casa; se organiza y coloca escenarios en las plazas para escuchar música en vivo y para bailar; se acomodan tarimas de cedro en algún rincón y se escucha el Son Jarocho acompañado del zapateo, de vez en vez y resistiendo: reflexionando desde adentro en todos los sentidos.

Contracorriente se embarcan los pescadores de Playa Martí, cada mañana temprano, para seguir desempeñando el oficio heredado por sus abuelos y que hoy se resisten a perder frente a la invasión de hoteles y de playas exclusivas para el turismo; “El Tigre” y sus compañeros no ceden espacio y pescan, pescan y se reúnen después, junto al transitado boulevard, para comentar el día con un plato de fresco ceviche. Contracorriente, “Chico Andrade” a sus 82 años, cada viernes y sábado, se engalana con su mejor atuendo y se dirige al bar “Los Amigos”, sobre Arista, para entonar su voz junto al bajo de “Juanito Araujo”, de su misma edad y con giras a cuestas que le dieron la vuelta al mundo, para reafirmar que la música porteña no es la salsa, sino el Son Montuno de gran influencia cubana pero con el matiz jarocho; aquí, sólo dos días a la semana, los viejos jóvenes reviven, contracorriente, las notas de un pasado, seguramente más tranquilo y armonioso. Con partituras de la misma cadencia y tenacidad, Arturo Pitalua y sus “Pregoneros del Recuerdo”, con 50 años haciendo música en Veracruz, contracorriente buscan espacios para mantener el Son montuno vivo, puro y sin arreglos plásticos dictados desde las modas de la radio y la televisión, haciéndonos entender que los ritmos son muchos dentro del género, y que las letras de sus sones están llenas de vivencias y de una poesía cotidiana que nos identifica a los que aquí habitamos. Contracorriente, 3 músicos de Son Jarocho, todas las noches desde Los Portales y abrumados por 25 norteños cantando narcocorridos y otro buen número de mariachis, nos recuerdan que su música no es sólo para documentales ni para los ballets folklóricos, y tampoco para versar de forma elocuente en los eventos políticos: es un símbolo de identidad con profundas raíces y que narra en su lírica la vida misma de un pueblo, ese del que hoy nos acordamos, nada más, cuando llegan visitantes y queremos enseñarles lo “típicamente veracruzano”.

Contracorriente el Centro Histórico, cayéndose a pedazos sus edificios y su bullanga, lo tangible y lo intangible; contracorriente las señoras bastoneras en un carnaval que parece aparador de empresas privadas, extensión de pasarela televisiva y no la fiesta popular de su gente; contracorriente el malecón y sus paseos ante los centros comerciales y su voraz consumismo; contracorriente El Mocambo y su arquitectura llena de recuerdos y de luz frente a las cadenas hoteleras extranjeras; contracorriente Mandinga y su comida sencilla y típica; contracorriente las cooperativas pesqueras de boca del Río; contracorriente la afición del “Tiburón Rojo”, resistiendo los desfalcos y engaños de empresarios y gobierno; contracorriente la última enramada tradicional en la playa “La Bamba”; contracorriente el Museo de La Ciudad y su abandono municipal; contracorriente los escritores y los cronistas; contracorriente las comunidades rurales del Estado y su resistencia, dignidad y ejemplo; contracorriente el hombre que sigue viviendo del campo y se arraiga; contracorriente el modo de hablar en jarocho; contracorriente, pues, el orgullo de pensar libremente y de maravillarse ante la historia y ante el presente, un presente distinto que puede hacernos mejores seres humanos. A contracorriente, definitivamente, los que pensamos y estamos seguros, que otro mundo es posible.

El moustro de Florencia.



Por: Sonia López Azueta/ FUNDACROVER Italia

Noche veraniega florentina, del 22 de agosto de 1968, obscura, sin luz de luna. Los cipreses como flechas apuntando hacia el más allá, en las desiertas colinas del campo toscano. Es momento de transgresión,  Barbara Locci y Antonio Lo Blanco entrelazan sus brazos en las primeras manifestaciones del amor prohibido. La respiración entrecortada de los amantes cesa de cuajo con ocho disparos de una Beretta 70 Long Rifle calibre 22, compartidos a mitad en esa última entrega. Natalino Mela despierta en el asiento trasero del Alfa Romeo Giulietta y es hasta las dos de la mañana  cuando toca a la puerta de una habitación, a dos kilómetros de distancia. Un padre de familia se asoma a la ventana para escuchar al confundido niño de seis años decir: “abre la puerta, tengo sueño y papá está enfermo en cama; luego llévame a casa porque mamá y mi tío están muertos dentro del coche”.

Las sospechas como responsabile del delito recayeron inmediatamente sobre el esposo de la mujer, Stefano Mele, un obrero de orígen sardo. Mele admitió que su mujer contaba con numerosos amantes a quienes incluso él toleraba en casa. Tras tratar de inculpar a alguno de los hombres con quienes Barbara tuvo relaciones, finalmente se declaró culpable no sin antes haber cambiado su versión en varias ocasiones; a los jueces aseguró haberse deshecho del árma homicida lanzándola a un río. Mele recibió una condena menor correspondiente a 14 años de prisión al descubrírsele reducido en sus capacidades mentales.

Durante el arco de casi dos decenios se registraron otros siete asesinatos dobles en condiciones horrendamente similares. Partiendo de los hechos, los rasgos físicos y de personalidad del despiadado criminal, lo describían como una persona extremadamente peligrosa, inteligente pero inmaduro sexualmente, de un metro con ochenta de altura, habría iniciado a matar a los 25 años. Fue conocido como “el moustro de Florencia”. Sus víctimas, jóvenes parejas, eran privadas de la vida con la misma arma de fuego, durante noches de novilunio o particularmente obscuras entre las 23 horas y la media noche, en lugares apartados a donde iban en busca de intimidad. El asesino se ensañaba especialmente con la mujer: después de asesinarla a tiros la colocaba fuera del automóvil y propinaba numerosas puñaladas al cuerpo sin vida. En el segundo de los asesinatos, ocurrido en el 74, se encotró un fragmento de vid introducido en la parte íntima de la muchacha. En cuatro de los casos el asesino extirpó el pubis de las desdichadas jóvenes, utilizando un arma blanca y en los últimos dos cuerpos femeninos, el pecho izquierdo fue mutilado. Una sola pareja se conformaba por hombres de orígen austríaco, lo cual pudo ser un error del moustro al confundir el aspecto de uno de ellos.

Los últimos victimados eran visitantes de origen francés, fueron encontrados el 8 de septiembre de 1985, al interior de la casa de campaña donde pretendían pasar la noche. Un fragmento del seno de ella fue enviado al día siguiente por medio del correo nacional, dentro de un sobre destinado al único miembro del sexo femenino involucrado en el caso como parte acusadora, la agente del Ministerio Público Silvia della Mónica. Después de este último delito que desafió abiertamente a las autoridades, el delincuente no volvió a cobrarse vidas.

Los homicidios iniciales fueron cometidos mientras Mele permanecía en prisión, por lo que las investigaciones se dirigieron entonces hacia la compañía de amigos y amantes de Barbara Locci, de los cuales algunos fueron detenidos precautoriamente más adelante, siguiendo la denominada “pista sarda”. Más los sucesos sangrientos siguieron ocurriendo en una cadena de intrincados eslabones sin que se haya podido aclarar jamás quien sea el verdadero autor. En 1991 las investigaciones llevaron hasta un tal Pietro Pacciani, acaudalado campesino de modos violentos y ordinarios, cuyas características de personalidad no conjugaban con el perfil del moustro. Pacciani se encontraba en prisión por abuso sexual cometido contra sus dos hijas; había purgado una pena en el pasado, al haber eliminado al amante de su adolescente primera mujer, luego de sorprenderles cometiendo adulterio mientras ella exponía el seno izquierdo. Las acusaciones hacia Pacciani mutaron de manera impredecible y pasó de ser condendo a cadena perpetua por la serie de homicidios, a ser absuelto en juicio de apelación. La corte de casación ordenó la reelaboración del proceso pero Pacciani murió debido a causas no del todo claras, en calidad de indiciado no culpable. Los amigos de Pacciani, Mario Vanni y Giancarlo Lotti, ambos también de perfil intelectual no muy brillante, fueron acusados de complicidad y condenados a cadena perpetua el uno y a 26 años el otro. Pacciani y Vanni se declararon inocentes siempre. Vanni solía responder con exasperante insistencia a preguntas formales y específicas elaboradas durante los interrogatorios, que él lo único que había hecho junto a Pacciani eran “meriendas”; su expresión difundida por los medios hizo que los tres fueran conocidos desde entonces con el término irónico de “compañeros de merienda”. Lotti en cambio los señaló y se autodeclaró culpable del homicidio de los austríacos, proporcionando detalles que, sin embargo, eran contradictorios o incoherentes.

Tesis adicionales sobre la naturaleza de los delitos, identifican como el moustro, a Francesco Narducci un doctor ginecólogo, catedrático de la Universidad de Perugia, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado en extrañas condiciones flotando sobre las aguas del Lago Trasimeno, en 1995. Cartas anónimas e interceptaciones telefónicas levantaron sospecha acerca de la intervención de una secta masónica a la cual pertenecía el padre del Doctor Narducci, agrupación que habría tratado de esconder el escándalo de la responsabilidad del médico en los delitos de Florencia. El cuerpo de Narducci fue exhumado para descubrirse un cadaver en perfecta conservación, que no mostraba señas de  ahogamiento sino de extrangulación. Más adelante, un subsiguiente giro lleva a considerar como responsable de los asesinatos de las parejas a Francesco Calamandrei, un farmacéutico, acusado por su esposa (afectada de un mal mental) de utilizar las partes humanas para efectuar misas negras. Bajo estos puntos de vista, Pacciani y sus compañeros habrían sido los autores materiales, enviados por parte de un grupo con fines esotéricos, quienes efectuaban ritos en los que probablemente participaban distinguidos exponentes de la sociedad florentina.

La hipótesis considerada en los últimos años, es la del asesino solitario en serie y es la misma que sostiene Mario Spezi, periodista involucrado intensamente en el caso como investigador, motivo que le costó el arresto y dentención por 23 días luego de haber sido acusado de desviar las investigaciones y utilizar pruebas falsas. De la mancuerna articulada por éste y el destacado autor estadounidense de obras de suspenso Douglas Preston, ha nacido “The Monster of Florence”, best seller que se ha mantenido por varias semanas en los primeros lugares del New York Times y cuyos derechos han sido adquiridos recientemente por el actor y productor Tom Cruise. Destinada a transformarse aprentemente en una gran producción cinematográfica, con Gorge Clooney en el papel de Douglas Preston, esta obra hace emerger al asesino siguiendo la pista sarda, y lo personifica en “Carlo”, pseudónimo otorgado al hijo de uno de los amantes de Locci quien reuniría las características del perfil del homicida; entrevistado por Spezi, “Carlo” revela datos que lo involucran directamente con los sospechosos. Esta línea fue seguida en su momento por los investigadores para luego ser abandonada. Una teoría adicional es la del asesino uniformado que habría actuado bajo protección del gobierno y autoridades. Todas las suposiciones basadas en controvertidas pruebas o bien carentes de ellas, no han culminado en sentencias resolutorias convincentes y probablemente el maníaco se mezcle aún entre la gente.

Por su complejidad el increible caso del moustro de Florencia, que cambió los hábitos de las parejas temerosas de apartarse de los centros urbanos, es el más largo e intrincado de la historia policíaca italiana y el primero en considerar como probable culpable a un asesino en serie. Por cuarenta años ha volcado la pluma de periodistas, abogados, criminólogos y escritores, en cientos de páginas y obras que componen varios volúmenes, series televisivas, “audiolibros”, reportajes y filmes, donde se concentran múltiples elementos inquietantes: archivos secretos, la participación del FBI en las indagaciones, pericias balísticas, ecuaciones matemáticas, numerosos indiciados, muertes sospechosas, cartas y llamadas anónimas. El misterio sin resolver, nutrido además, por símbolos esotérico religiosos como las noches de luna obscura, que en la magia negra son dedicadas a Lilith, la esposa de Satanás; el horario y los meses del año elegidos para matar; las mutilaciones, el amplexo, el fragmento de vid y la pirámide trunca encontrada en una de las escenas del crimen, provoca una fascinación macabra que aún no termina.

21 DE ABRIL DE 2014

¿CONCILIACION O CONMEMORACION?

Por: Miguel Salvador/FUNDACROVER A.C.

Se acerca la fecha, estamos a tres años de que los ciudadanos veracruzanos y sus autoridades tomemos una decisión histórica respecto a los acontecimientos de 21 y 22 de abril de 1914. No quiero utilizar este espacio para hacer un recuento histórico. Que si la invasión fue un pretexto del gobierno americano para sacar a Huerta del poder o que si el plan era anexarnos para hacerse del importante puerto y  americanizarnos, cosa que impidieron los maestros  porteños con Delfino Valenzuela a la cabeza.  En fin, aquí no voy a hablar de los tantos héroes, los conocidos y los anónimos, ni de la barbarie ó consecuencias legales que jamás se exigieron amparándonos en el derecho internacional por no existir una <<casus bellis>> ó declaración de guerra o ¿el porque  los distintos grupos revolucionarios, prefirieron continuar su lucha y dejar a Veracruz como otras tantas veces son su problema?. En mi opinión,  creo que lo más importante o prioritario es que los veracruzanos porteños debemos hacernos cargo de nuestro futuro. Los  testigos de aquella gesta no ya no están entre nosotros, actualmente pocos son lo que le dan importancia al evento, la marina se adueño de la mayoría de los eventos y por parte de las autoridades municipales el evento se reduce a colocar una ofrenda floral en algún monumento (porque para colmo hay dos)  y eso es todo.  No hay grandes actividades por parte del pueblo, no se detiene el tiempo ni suenan sirenas,  parece que todo está olvidado, sin embargo el  llamado centro histórico jarocho es una cuenta pendiente, cuya solución la encuentro más próxima al  ingenio y la innovación que con el BID (Banco Interamericano de Desarrollo).  Reitero, los porteños jarochos  debemos hacernos responsables de nuestro futuro.
Mi propuesta será tomada como audaz y tal vez antipatriótica, pero creo que es lo mejor, o es esto o el silencio y seguir mascullando nuestro rencor.  Propongo que la comisión encargada de conmemorar el centenario de la gesta heroica, se avoque a concretar  “El día de la conciliación”, involucrando a sectores sociales y de gobierno de los Estados Unidos. Que nuestro próximos senadores se comprometan a gestionar recursos internacionales para aplicarlos al centro histórico, que si en verdad queremos salvarlo no nombremos comisiones sino responsables, tenemos excelentes  jóvenes brillantes que pueden realizar un estudio y proyecto sin recurrir a costosos empresas. La Universidad Veracruzana es uno de nuestros orgullos, su facultad de arquitectura. En el plano político, se requiere de juventud y brillantez de los actores, pero se necesita solo uno que dirija las negociaciones, hasta llegar a obtener recursos suficientes para levantar el centro histórico, necesitamos repoblarlo, ofrecer habitaciones, innovar, departamentos para estudiantes, aprovechar la zona universitaria del centro,  incentivar a las grandes empresas aduaneras (ICAVE, APIVER, Agencias aduaneras) para que se hagan de edificios abandonados por sus dueños, si se donó el Agrocentro (Armadillo) que no podamos donar otro edificio que le de vida al sector.  La remodelación de la Catedral de nuestra señor de la Asunción es un ejemplo de que voluntad y honestidad  son grandes aliados. No esperemos a los inmuebles se caigan,  creo que es traición a Veracruz el que un dueño espere ese momento para venderlo como terreno, el que lo hace comete un crimen contra su ciudad y sus ciudadanos.
Los porteños  debemos concretar este proyecto, juntos sociedad y gobierno, antes de que nos los arrebaten, es de justicia, nosotros no atacamos a nadie, nosotros fuimos víctimas de un juego perverso de poder,  por ello debemos buscar  soluciones innovadoras, sin rencores pero firmes, nuestra ciudad,  que como bien dijo Paco Pildora conoce ya más de pólvora que un chino,  se lo merece, ¡Si a la conciliación no a las conmemoraciones por compromiso!.

martes, 16 de agosto de 2011

El Gran Vajont, la presa de la devastación.




“Una piedra cayó en el vaso y el agua se derramó sobre el mantel. Solo que el vaso tenía cientos de metros de alto, la piedra era grande como una montaña y sobre el mantel habían miles de personas”.

Dino Buzzati, Corriere della Sera, 9 de octubre de 1963.


Por: Sonia López Azueta/Fundacrover Italia.

Fui la mayor de cuatro. Era mi tarea apoyar a mi abuela en el cuidado mis hermanos y en la cocina, hasta que mis padres volvieran del trabajo. Mi padre finalizaba el turno nocturno del aserradero todos los días a las diez de la noche y se dirigía al hotel donde mi madre era recepcionista, regresaban juntos a casa. Durante los primeros días de octubre del año 1963, los ánimos de la gente en el pueblo estaban muy tensos; mi mente no alcanzaba a entender lo que se murmuraba al salir de la iglesia, en el café y también en familia, después de todo tenía solo once años. Mis padres se preguntaban si debían enviarnos con nuestros parientes a Belluno en vez de dejarnos morir como ratones. La noche del 9 a las 22:30, ya había terminado de lavar los platos. Giancarlo y Elisa dormían en la habitación de mis padres en el primer piso, Chiara y Roberta se encontraban en el tercero. Subí a la recámara de los pequeños para mandar fuera al gato, cuando repentinamente se apagaron todas las luces. Desde el pasillo mi abuela dijo: cierra las ventanas, se aproxima un temporal. Me dirijí a cerrarlas cuando el viento las desprendió haciendo polvo los cristales. En medio de un ruido ensordecedor, sobre mi cabeza vi las estrellas, mientras todo volaba a mi alrededor y junto conmigo, los pisos cedieron con un crujido; mi cuerpo se estiraba y se encogía, una fuerza me empujaba, me absorbía y tiraba de mis cabellos. Fui arrastrada por el agua hasta chocar con un muro, la presión que algo ejercía sobre mi espalda y piernas me hizo pensar que era el fin; presa de la sensación de flotar me llevé las manos a los ojos, a la nariz y la boca, levanté los brazos y no toqué nada. No se cuanto tiempo transcurrió, hasta que una mano me liberó con enorme paciencia. Fui encontrada en lo que quedaba de los escalones del palacio municipal, al otro lado de Longarone. El único bombero sobreviviente me cargó sobre sus hombros y me introdujo en un automóvil que me llevó al hospital privado de Pieve di Cadore; ahí me fue retirado el camisón que se llevó pedazos de mi piel, curaron mis fracturas. De los dos meses transcurridos ahí no recuerdo nada, mis expedientes médicos como los de los demás internos provienientes del área de la tragedia, fueron destruidos cuando el hospital pasó a ser de propiedad estatal. El cuerpo de mi hermana Roberta fue encontrado en Fortogna, a cinco kilómetros de distancia; el de mi padre en Sédico, a treinta. Del resto de mi familia nunca volví a saber nada, desaparecieron como todo en Longarone, a excepción del campanario que milagrosamente quedó en pie. Y pensar que la construcción de la presa debería traer prosperidad a mi comunidad, situada a los pies del Vajont.

En 1956 iniciaron las labores entre las provincias de Veneto y Friuli; dentro en la angosta garganta flanqueada por el monte Toc; donde nace el torrente Vajont, que confluye en el río Piave. En dialecto friulano, Toc significa “en pedazos”, “podrido”; Vajont quiere decir “va hacia abajo”. Esta toponimia no tenía significado alguno para la “Sociedad Adriática Eléctrica”, SADE, quien sin contar con autorización, puso en marcha el proyecto de construir una enorme presa a forma de arco, con capacidad para 168 millones de metros cúbicos de agua, destinada a la producción de energía eléctrica. El costosísimo y superficial proyecto “Gran Vajont” generó luz solo a los ojos de proyectistas y geólogos de la SADE. Calificada luego como un “Estado dentro del Estado”, la SADE se hizo tan poderosa que las autorizaciones eventualmente fueron obtenidas de manera ilegal; las expropiaciones forzadas dieron lugar a las protestas de Erto y Casso, poblaciones situadas montaña arriba a 300 metros sobre el lago artificial; una periodista de izquierda inició su propia batalla denunciando los hechos abusivos debiendo enfrentar por esa causa un juicio por difamación e incitación al desorden público. Los derrumbes y sismos registrados en la presa cercana en la localidad de Pontesei (propiedad de la SADE), así como el primer deslave en el Vajont que registró un desperndimiento de 700 mil metros cúbicos de tierra y piedra, llevan en 1961 y solo entonces, a profundizar los estudios geológicos que revelan la existencia de una enorme grieta prehistórica en la parte superior del monte Toc, con forma de M de muerte y un volumen estimado de masa de derrumbe de 200 millones de metros cúbicos. La reproducción burda de la presa y del monte en un modelo plástico experimental, donde no figuraban las poblaciones involucradas, llevaron a la SADE a concluir que la obra hidráulica podía ser ocupada con agua hasta la altura de 700 metros sin temer resultados catastróficos. Se consideró que los derrumbes del monte Toc ocurrirían de manera gradual, de modo que se procedió al primer llenado del depósito, una vez más sin esperar la autorización de los órganos de control. La roca a las faldas del monte no cumplió con la función de ejercer presión sobre el agua, sino que la absorbía; el tejido geológico se manifestó por demás fragil y los dirigentes de la SADE reconocieron que las variables del proyecto se perfilaban fuera de control. Se previó que el derrumbe podía dividir el lago artificial en dos partes, bloqueando el flujo del agua; se destinaron entonces nuevos esfuerzos y recursos para abrir un túnel a los pies del valle, que aseguraba la comunicación entre los extremos del lago. Procedió a finales del 61 e inicios del 62 el segundo llenado de la cuenca con consecuentes moviemientos sismicos. Los pies del gigante fueron bañados, pero en el monte Toc no ocurrieron mayores complicacones, aunque algunos desplazamientos de tierra podían verse a simple vista. El 14 de marzo del 63 debido a la nacionalización de la industria hidroeléctrica italiana, el Gran Vajont pasó a ser propiedad del apenas naciente “Ente Nacional de Energía Eléctrica”, ENEL. Viene entonces dada la orden por los altos mandos SADE-ENEL para continuar con el aumento del nivel del agua, alcanzando en septiembre la altura de 710 metros, diez sobre el límite de seguridad con la pura intención causar una mayor valoración de la estructura por parte del ENEL. Erto y Casso sufrían alarma contínua y las autoridades municipales exigían a los responsables de la presa se asegurara la tranquilidad de los ciudadanos. Pero el orgullo de poner finalmente en marcha la presa más alta del mundo y la carrera hacia las primeras ganancias ya habían ofuscado las mentes de los dirigentes. Desde las 17:00 horas del fatídico día, la caminaba la tierra, las rocas, los pinos, las áreas cultivadas; la carretera hacia la presa estaba terriblemente deformada y nadie procedió a la evacuación de los poblados. A las 22:39, la franja de tierra de 3 km de largo se desprendió en un solo fragmento compacto, cayendo a 90 km/h; se precipitó sobre el lago lanzando un rugido irreal y ocasionando una violenta sacudida de terremoto. Las líneas eléctricas de Austria hicieron cortocircuito; en llamas multicolor iluminaron el cielo cual si fuera de día y dejaron enseguida a las poblaciones en la mas completa oscuridad. La mole compacta de más de 270 millones de metros cúbicos de roca formó en un instante una masa de agua dinámica de más de 300 metros de alto que se partió en dos olas, una de las cuales alcanzó a Erto y rozó Casso. La segunda de más de 50 millones de metros cúbicos se levantó sobre la presa destruyendo la carretera panorámica que la costeaba, la pasarela superior y el área de control donde se encontraban dos operarios; con furia se avalanzó directamente sobre el valle adquiriendo potencia al pasar entre los montes, como una gigantesca inyección. A las puertas de Longarone la ola tenía 70 metros de alto y desplazaba el aire a su paso con la fuerza de dos bombas atómicas como la descargada en Hiroshima. La luna brillaba en medio de la noche, sobre los pueblos que bullían de gente; nadie pudo correr porque no había a donde ir. La ola se dividió de nuevo en dos, una parte se dirigió hacia el mar y la otra hacia el río Piave, el lecho fue arrasado sin piedad en ese desastre anunciado. La gran ola rompió subsiguientemente contra la montaña, excavando esta vez en la dirección opuesta a la de empuje, haciendo desaparecer de la faz de la tierra casi toda obra humana y ser vivente de cinco poblados del valle. El río encontró su cauce diez horas después dejando ver la desolación del fin del mundo. Al amanecer del 10 de octubre, los ojos de los sobrevivientes del valle y de los pueblos situados montaña arriba, vieron realizadas sus peores pesadillas de los ultimos años; atestiguaron lo que la naturaleza y la necedad humana son capaces de ocasionar. El apocalipsis cobró la vida de dos mil personas en tan solo cuatro minutos; algunas no alcanzaron ni siquiera a percatarse de la ola, se desintegraron con en el golpe de aire que arrancó primero los vestidos, desprendió luego la piel y finalmente partió los huesos; considerando que un metro cúbico de agua pesa mil kilogramos, la magnitud de avalancha constituida por agua, piedra, y todo tipo de restos lo unico que dejó a su paso fue desolación y silencio.  A mis memorias se las llevó el agua y también la indiferencia.
El procedimento penal contra algunos de los responsables inició en 1968, finalizando en el 71, con condenas irrisorias de 5 y 3 años para los dos únicos acusados que aún quedaban vivos (dos más fallecieron de muerte natural incluso antes de finalizarse la construcción de la presa y otro de ellos murió suicida al inicio del proceso). Alderico Biadene, el dirigente del proyecto durante de la tragedia, fue liberado por buena conducta luego de pasar un año en prisión. El ENEL fue condenado al resarcimiento millonario de las vidas humanas, bienes patrimoniales y daños ecológicos y ambientales, mismo que a la fecha no han visto su conclusión. Erto y Longarone han sido surcidas, semireconstruidas con tenacidad pero bajo la sombra del olvido jamás volverán a ser lo que un dia fueron. La presa del Vajont,  obra de arte de la ingeniería que nació en el lugar equivocado, sigue ahí; este bello monumento al absurdo cuenta su increible historia a los turistas dejándolos incrédulos y consternados.

Iconografía de la soledad



Por Lucía Deblock/FUNDACROVER Arte
La mirada de María Berns es sutil, no amedrenta ni denuncia, más bien, insinúa  diálogos que se han ido tramando con sigilo y tiempo. Sus fotografías son susurros que discurren por debajo de las mesas, detrás de las cortinas, en los muros corrompidos que estructuran la cotidiana geografía del Puerto de Veracruz. Una mirada, quizá azarosa pero sensible, ante cualquier puerta abierta por el barrio Flores Magón, suele provocar la sensación de percibir anécdotas reiteradas o incluso reinventadas, donde casi todo acusa que la descomposición forma parte del recuerdo, mas no del pasado.
Al interior de estas casas, la cuidadosa disposición de objetos domésticos cotidianos, retratos familiares que conjuran estereotipos, pinturas anónimas de artística aridez, pertenencias olvidadas por algún amigo o visitante o vendedor o catequista, enseres inútiles de edad imprecisa y el estropicio de la corrosión conforman insólitos altares donde se honra con el presente -con la cotidianidad de las tradiciones, los hábitos y la heredad- y eternizan una vida cuyo significado implosiona puertas adentro provocando una suerte de diálogo entre lo material y lo espiritual, entre el objeto y la arquitectura de la memoria.
Berns capta aquello intangible donde lo inerte es dotado de expresión, de emociones que denotan vacíos y reinvenciones de un tiempo que, tal vez, no sea el mismo que habitan sus propietarios, pero que finalmente se justifican unos a otros. Esta iconografía de la soledad incita a reflexionar a través de la inmovilidad, cuya narrativa se desliza suavemente entre el sopor porteño y la ausencia de nostalgia que, sin embargo, asume como un decreto inscripto en el inconsciente colectivo: no hay temor a la decadencia porque aquí, resulta posible sobrevivir al deterioro con cierta dignidad.
En Visit as Art veremos que es imprescindible el testimonio conceptual de la luz y un resuelto empleo de la figuración retórica para profundizar en un lenguaje  significativo, sin renunciar a la búsqueda estética de la avería y el desperfecto.

Visit as Art
Exposición fotográfica de María Berns
Café Punta del Cielo
Independencia  y Arista
Centro, Veracruz, Ver.
De 10 a 22 Hrs
De Lunes a Domingo
Todo Agosto 2011

CONTRACORRIENTE, por Manuel Polgar/ Fundacrover nova izquierda

CONTRACORRIENTE…


Ariles y más ariles
ariles de Sotavento,
yo también fui marinero
y navegué contra el viento…
(Balajú, Son de dominio público).


 Intramuros, El Puerto de Veracruz ha sido paradójicamente, receptivo y permeable y vivo, tal como su columna vertebral de piedra muca; es ésta cualidad, probablemente, la que lo ha convertido a lo largo de los siglos en un mosaico de culturas tan diversas y heterogéneas. Ha sabido atrincherarse también, por otra parte y cuando ha sido necesario, ante las armas invasoras y las terribles agresiones externas: “Veracruz que sabes ya, más de pólvora que un chino…” (Paco Píldora). Pero más peligrosas por disfrazarse de sutiles, seguramente, generando graves consecuencias sociales, una lamentable “confusión de identidad” y costando más vidas a la larga (que ya es ahora) en nombre de la “modernidad” y el “progreso”, son las olas que hoy nos revientan en el Malecón  y que, por venir con la corriente de los grandes capitales y de los sistemas de comunicación masivos, se nos presentan como atractivas y hasta necesarias.

Pero atisbos de resistencia popular, espontáneos e ingeniosos, han brotado al mismo tiempo en los momentos más conflictivos y cuando todo parece perdido en estas tierras y estos mares; la identidad del jarocho se renueva entonces y se recrea en sus calles, en sus plazas, en sus barrios antiguos y en los espacios en los que el personaje cotidiano nos recuerda lo entrañable de vivir en el trópico. Y es que al igual que en otras ciudades del país, aquí la cultura no viene de las Instituciones ni de los programas gubernamentales: aquí la cultura se genera desde abajo y se hace fuerte al calor de la imaginación y del ingenio de sus pobladores de siempre. El porteño toma las banquetas y las convierte en extensión de su casa; se organiza y coloca escenarios en las plazas para escuchar música en vivo y para bailar; se acomodan tarimas de cedro en algún rincón y se escucha el Son Jarocho acompañado del zapateo, de vez en vez y resistiendo: reflexionando desde adentro en todos los sentidos.

Contracorriente se embarcan los pescadores de Playa Martí, cada mañana temprano, para seguir desempeñando el oficio heredado por sus abuelos y que hoy se resisten a perder frente a la invasión de hoteles y de playas exclusivas para el turismo; “El Tigre” y sus compañeros no ceden espacio y pescan, pescan y se reúnen después, junto al transitado boulevard, para comentar el día con un plato de fresco ceviche. Contracorriente, “Chico Andrade” a sus 82 años, cada viernes y sábado, se engalana con su mejor atuendo y se dirige al bar “Los Amigos”, sobre Arista, para entonar su voz junto al bajo de “Juanito Araujo”, de su misma edad y con giras a cuestas que le dieron la vuelta al mundo, para reafirmar que la música porteña no es la salsa, sino el Son Montuno de gran influencia cubana pero con el matiz jarocho; aquí, sólo dos días a la semana, los viejos jóvenes reviven, contracorriente, las notas de un pasado, seguramente más tranquilo y armonioso. Con partituras de la misma cadencia y tenacidad, Arturo Pitalua y sus “Pregoneros del Recuerdo”, con 50 años haciendo música en Veracruz, contracorriente buscan espacios para mantener el Son montuno vivo, puro y sin arreglos plásticos dictados desde las modas de la radio y la televisión, haciéndonos entender que los ritmos son muchos dentro del género, y que las letras de sus sones están llenas de vivencias y de una poesía cotidiana que nos identifica a los que aquí habitamos. Contracorriente, 3 músicos de Son Jarocho, todas las noches desde Los Portales y abrumados por 25 norteños cantando narcocorridos y otro buen número de mariachis, nos recuerdan que su música no es sólo para documentales ni para los ballets folklóricos, y tampoco para versar de forma elocuente en los eventos políticos: es un símbolo de identidad con profundas raíces y que narra en su lírica la vida misma de un pueblo, ese del que hoy nos acordamos, nada más, cuando llegan visitantes y queremos enseñarles lo “típicamente veracruzano”.

Contracorriente el Centro Histórico, cayéndose a pedazos sus edificios y su bullanga, lo tangible y lo intangible; contracorriente las señoras bastoneras en un carnaval que parece aparador de empresas privadas, extensión de pasarela televisiva y no la fiesta popular de su gente; contracorriente el malecón y sus paseos ante los centros comerciales y su voraz consumismo; contracorriente El Mocambo y su arquitectura llena de recuerdos y de luz frente a las cadenas hoteleras extranjeras; contracorriente Mandinga y su comida sencilla y típica; contracorriente las cooperativas pesqueras de boca del Río; contracorriente la afición del “Tiburón Rojo”, resistiendo los desfalcos y engaños de empresarios y gobierno; contracorriente la última enramada tradicional en la playa “La Bamba”; contracorriente el Museo de La Ciudad y su abandono municipal; contracorriente los escritores y los cronistas; contracorriente las comunidades rurales del Estado y su resistencia, dignidad y ejemplo; contracorriente el hombre que sigue viviendo del campo y se arraiga; contracorriente el modo de hablar en jarocho; contracorriente, pues, el orgullo de pensar libremente y de maravillarse ante la historia y ante el presente, un presente distinto que puede hacernos mejores seres humanos. A contracorriente, definitivamente, los que pensamos y estamos seguros, que otro mundo es posible.

lunes, 15 de agosto de 2011

MANUEL CARPIO, VERACRUZANO ILUSTRE

Por: Miguel Salvador/ FUNDACROVER

La ciudad de Cosamalopan es fecunda en historia. Ella ha dado a Veracruz y a la nación grandes personajes. Sin embargo poco conocemos de su toponimia.  Pues bien de acuerdo a los estudiosos el nombre proviene del náhuatl Cozatli (comadreja o zarigüeya) mallot (cautiverio) y apan (rio) ósea algo así como “El rio de las comadrejas en cautiverio”, posteriormente castellanizado Cosamalopan y en 1918  denominada Cosamalopan de Carpio en honor a Manuel Eulogio Carpio  Hernández, quien fuera un destacado medico, poeta,  maestro,  político e intelectual del siglo XIX. Pues bien, aprovecho algunos datos proporcionados por el Mtro Rafael Arriola Molina en su obra “Cosechando en las Huertas de la Cultura”  me permito traer al lector algunos datos importantes de la vida de este veracruzano, que por supuesto debe estar incluido en el próximo camellón de los Veracruzanos Ilustres.  Don Manuel Carpio nació en Cosamalopan, Veracruz,  el 1 de marzo de 1791, aunque  en dicha ciudad vivió poco tiempo púes la familia se trasladó a la ciudad de Puebla, donde el pequeño Manuel estudio ene l seminario Palofoxiano.  Huérfano a la cuatro años  tuvo que pasar por la consecuentes angustias económicas, que lo llevaron a ingresar al seminario en donde se formó como humanista, posteriormente realizó estudios de medicina.
Participó en política, teniendo varios encargos honrosos como diputado del congreso del Estado de México y diputado del partido conservador.
Fue redactor de un manifiesto que rechazaba la intromisión del embajador Poinsette en los asuntos mexicanos, lo que le valió el reconocimiento de sus compañeros de partido, también fue diputado por el estado de Veracruz  en 1846 y 1848.
Catedrático de Fisiología y Vicepresidente del Consejo Superior de Salubridad, con el carácter de vicerrector dirigió temporalmente la Escuela de Medicina en la que también fue profesor de higiene pública y de historia de las ciencias médicas.
Miembros de diversas sociedades como la de geografía y estadística, de la academia de bellas artes, de la nacional de historia yd e la mexicana de la lengua, tradujo diversas obras del latín y del francés.
Poeta del género romántico, fue fiel amigo de Bernardo Couto y Joaquín Pesado, quien junto a Carpio formaron parte del jurado del himno nacional mexicano de 1853.
La generación de poetas como José Sebastián Segura, Joaquín del Castillo y Lanzas, José María y Rafael Roa Bárcena lo tuvieron como maestro.
Don Manuel Carpio muere en la ciudad de México el 11 de febrero de 1860,  ese mismo día los alumnos de la escuela de San Carlos le rinden un merecido homenaje junto con el pueblo en general.
Gracias a las gestiones del maestro Arreola Molina en 1945 se inauguró el centro escolar   que lleva su nombre en la ciudad de Cosamalopan.
Merecido homenaje tendrán los verdaderos veracruzanos ilustres en el moderno paseo de Díaz Mirón, que también nos lleva a señalar que no se debe confundir con ciudadanos distinguidos o tipos pintorescos, pues no todo lo que brilla es oro, mucho ojo a la hora de honrar u homenajear a unos y otros.


El río de Cosamaloapán

Arrebatado y caudaloso río
que riegas de mi pueblo las praderas
¡quién pudiera llorar en tus riberas
de la redonda luna al rayo frío!

De noche en mi agitado desvarío
me parece estar viendo tus palmeras,
tus naranjos en flor y enredaderas,
y tus lirios cubiertos de rocío.

¡Quién le diera tan sólo una mirada
a la dulce y modesta casa mía,
donde nací, como ave en la enramada!

Pero tus olas ruedan en el día
sobre las ruinas ¡ay! de esa morada,
donde feliz en mi niñez vivía.