viernes, 23 de mayo de 2014

LA MEDALLA DE HERNÁN CORTÉS


HISTORIA Y LEYENDA

“Recobrar la historia es, en efecto, recobrar el destino; recuperar la libertad de elegirlo”
 Enrique González Pedrero.


Corría el año de 1875, de viaje por el Estado de Veracruz, dos grandes personajes, Ignacio Manuel Altamirano y Alfredo Bablot - el primero escritor  y político, el segundo periodista y músico de origen francés-,   llegan a  la Villa de  Xalapa.

Altamirano,  espíritu inquieto, gran impulsor del estudio de la historia de México y sus leyendas, va a dejar registro del encuentro con la  viuda de un anticuario, la señora Molina.

De visita en su establecimiento, aquellos dos viajeros van a observar diversos objetos “de antigüedad muy importantes”, siendo uno en particular, en el que centran su atención y del cual hoy tenemos registro. Es una  pequeña medalla, cuyo propietario, de acuerdo a un viejo pedazo de papel que viene en una bolsita de terciopelo,  fue Hernán Cortés.

Altamirano narra que la pequeña nota que hace las veces de  boleta de empeño, por decirlo de alguna manera, tiene escrito lo siguiente: “Esta medalla fue la que trajo puesta mi querido abuelo cuando ganó estas tierras y cuando se fue, se la dejó a mi madre, Doña Ana Ramírez de Arellano, ruego a mi hermana la guarde por ser de mucho recuerdo”  y  al reverso del mismo  papel se lee con dificultad: “el 25 de Noviembre preste a las señora Francisca Cortés de Hermosillas, seis reales por esta medalla, 1823”.

La Crónica de Altamirano fue publicada por Manuel Caballero en 1883 en el “Primer Almanaque Histórico Artístico y Monumental de la República Mexicana”,  en ella Altamirano señala que adquirió la medalla, aquella tarde xalapeña. (http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1020133931/1020133931.html)



Gracias a esta curiosidad, hoy contamos con una  litografía que aparece en el documento de su viaje.  Pero Altamirano es curioso y va más allá.  Investiga, busca  y encuentra en la obra de Lucas Alamán los datos para concluir que efectivamente la señora Francisca Cortes de Hermosillas, es descendiente del Conquistador, que al pasar por una  mala racha económica  empeña en una nimiedad la importante medalla. Independientemente de la situación económica considero que también fuera el miedo lo que llevó a esta  descendiente a deshacerse de la joya,  pues debemos recordar que en el año de 1823  es cuando se desata un odio por todo lo que represente al Conquistador, de hecho sus restos son escondidos por el mismo Lucas Alamán.

Analizando el dibujo impreso del  Almanaque, podemos observar que en su anverso tiene la imagen de la Virgen con el niño, posiblemente la advocación de la Virgen de los Remedios conocida como  “Nuestra Señora de las Victorias” por su invocación en batallas famosas como la de Lepanto. En su reverso  tiene algunas frases en latín que ya están siendo investigadas con el  apoyo del Padre Víctor Manuel Díaz Mendoza, Vicario de la catedral de Veracruz.

Para reforzar lo anterior, al investigar algún otro antecedente de la medalla, encontré una descripción sobre la personalidad y hábitos de Hernán Cortes, en lo particular sobre su forma de vestir,  hecha  por su cronista de cabecera, Bernal Díaz del Castillo, quien en el capítulo CCIV de la Historia Verdadera, intitulado:  “De lo que el marqués  del Valle hizo desde que estuvo en Castilla”,   señala:  “Los vestidos que se ponía eran según el tiempo y usanza, y no se le daba nada de no traer muchas sedas ni damascos ni rasos, sino llanamente y muy pulido; ni tampoco traía cadenas grandes de oro, salvo una cadenita de oro de prima hechura, con un joyel con la imagen de nuestra señora la virgen santa María, con su hijo precioso en los brazos, y con un letrero en latín en lo que era de nuestra señora, y de la otra parte del joyel el señor san Juan Bautista, con otro letrero; y también traía en el dedo un anillo muy rico con un diamante, y en la gorra, que entonces se usaba de terciopelo, traía una medalla, y no me acuerdo el rostro que en la medalla traía figurado ni la letra dél; mas después, el tiempo andando, siempre traía gorra de paño sin medalla”.


Aunado  a lo anterior, existe la leyenda que señala que Hernán Cortés al portar dicha medalla quedó inmune a maldiciones de los dioses prehispánicos, envenenamientos y demás males, por lo que el  poseedor de la joya será el dueño de esta Nación.
La investigación para rescatar esta Joya  fue gracias al equipo de la Fundación de la Crónica de la Ciudad de Veracruz (Fundacrover), se recabaron datos, se elaborando diseños con A.J.C Joyeros,  y es gracias al Lic. Ramón Poo Gil, Alcalde de Veracruz y del Lic. Daniel Galindo, Secretario del Ayuntamiento,  quienes, al considerar importante el rescate de nuestro patrimonio histórico es que se realiza la réplica fiel de la medalla que servirá para mantener nuestra memoria histórica, rumbo a los 500 años.

@miguel_salvador



                                         Fuente Imagenes:  (http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1020133931/1020133931.html)


jueves, 22 de mayo de 2014

“LA PANCHITA, LA ÚLTIMA DE LAS PULQUERÍAS”


LA BEBIDA PREHISPANICA  A PUNTO DE DESAPARECER


“Soy hijo de buenos padres y me crie entre magüeyes, yo tomo buen pulque y no agua como los bueyes”
Refrán en Pulquerías.


Por: Miguel Salvador Rodríguez Azueta

Considerada  una bebida reservada exclusivamente a Guerreros, Ancianos, madres lactando o  Candidatos a sacrificios el Pulque llega al siglo XXI mal comprendido y valorado.

De acuerdo a la leyenda, la diosa de la tierra: Mayahuel, para huir de la seducción de Quetzacoatl, viene a vivir a la tierra, pero para ocultarse de las pretensiones del Dios, se convierte en la planta del Maguey y sus lágrimas son el “Agua miel”.

El Pulque fue una de las bebidas más consumidas en México, hasta mediados del siglo XX, cuando las empresas cerveceras se encargaron de  iniciar una “guerra sucia” (Literal) en su contra. Se argumentaba que para que aumentara su calidad, el artesano introducía en la barrica “un trapo” con heces fecales, cosa que no es cierto, pues el pulque es muy delicado y debe mantener un estricto control de calidad, de lo contrario se “truena”.

De acuerdo a investigaciones de la UNAM y del IPN, actualmente podemos conocer de los beneficios de beber, pulque, entre los que destaca, independientemente del contenido de aminoácidos, enzimas y vitaminas C y B2,  ayuda a eliminar ulceras gástricas, es diurético, previene infecciones estomacales y ayuda a reducir la sales biliares, entre muchos otros beneficios. (https://www.youtube.com/watch?v=MdDroo95bG4)

En la ciudad de Veracruz, existía una tradicional pulquería en la calle de Guerrero y Cortés, llamada el Perro, que hace algunos años cerró su puerta, para esta investigación acudí a otra llamada “La Panchita”, en la calle de  Carlos Cruz y Allende. 

Gentilmente, el  señor José Ángel quien se desempeña como encargado accede a la entrevista. De inicio me entero que no soy el primero en venir a indagar acerca del tema,  un día antes, ya habían estado los de TVAzteca, por lo que entiendo que está despertando interés el tema de la  bebida ritual.

De acuerdo a José Ángel  hace 5 años se vendían aproximadamente 300  litros de Pulque en un semana, ahora apurado se consumen al  día 10 o 15 litros.

-          La cerveza es lo que más jala- dice-  tal vez por el desconocimiento de todos los atributos de “la Pulcata”.

El ambiente en “La Panchita” es popular, nada de caras tristes,  es una especie de galerón cubierto con láminas de zinc y al fondo un patio que hace las veces de oficina al aire libre para esta entrevista.

Efectivamente, al hacer un recorrido visual- muy discreto-  observo que efectivamente, pocos están bebiendo Pulque, la mayoría le entra con singular alegría a la cerveza o a una bebida preparada a base de caña que hacen en el lugar y que se toma con refresco de cola o de toronja.

De acuerdo a José  Ángel, quedan sobreviven en el puerto  como 5 pulquerías.
-“La Panchita” tiene como 60 años- dice con orgullo.

Así que deduzco que después de la del “Perro”, la Panchita es la última de las Pulquerías de la vieja guardia.

-Aquí hacemos “curados” con el Pulque, ósea lo combinamos con sabores a la elección del cliente, que pueden ser jugo de piña, Betabel,  fresa y  hasta vainilla.
Un parroquiano singular accede a tomarse la foto para esta nota, me dice que se llama Carlos, pero que le diga por su apodo: “Capitán América”, no me atrevo a preguntarle el motivo, pero por su gallardía y pose, supongo que un chico valiente.

Suena la Rocola con música de Cumbia, los parroquianos quieren divertirse y no estar escuchando entrevistas, me llama la atención la cortesía de todos y el respeto que poco se ve en una cantina.


Sigo observando y mientras degusto un “Curado” con refresco de fresa, observo a un señor que hace artesanías con latas de cerveza,  son unas lindas flores que le ofrece a una de las damas del lugar, no cabe duda, el amor se respira en todos lados.