lunes, 29 de diciembre de 2014

BERNARDO GONZALEZ PEÑA, UNO NUNCA DEJA DE APRENDER




Por: Miguel Salvador Rodríguez Azueta

A Bernardo González Peña le gusta Sofía Loren- fue el inicio de la conversación-  Nacido en esta preciosa ciudad de Veracruz,  hace algunos años, Bernardo es un hombre puntual y ya me esta esperando para la presente entrevista.
¿Cuándo Bernardo tiene su acercamiento con el Arte?
Desde pequeñito, antes de aprender a leer y escribir, ya pintaba las paredes de mi casa, aunque fui un niño solitario, viví una niñez bonita con  mis padres. Mi padre era diplomático agregado cultural del consulado cubano en Veracruz y mi madre era de Córdoba, Veracruz.
¿Eras un niño solitario?
Sí, no me gustaba jugar con nadie. Utilizaba mi imaginación personalísima, no participaba con los demás niños jugando en la calle, pero me gustaba observar, tenía inquietud por observar, algunos pueden decir que era chismoso.
¿Qué más recuerdas del pequeño Bernardo?
Aprendí a nadar gracias a un tío, hermano de mi mamá, que fue campeón estatal de nado y ¿sabes una cosa?, Aprendí en el lugar más difícil, en el mar.
Cuando mis padres comprendieron que tenía talento para dibujar, me compraron crayolas y un blog de dibujo, nadie me guio, ya lo traía y dibujaba bien, tanto así que a la edad de 6 años ya agarraba los que fuera para dibujar, crayolas, lápices, y pues mi madre a insistencia de los amigos me llevó a la Escuela Municipal de Artes Plásticas.
Eso sí, quiero aclarar, que gracias a Dios mis padres me llevaron al Kinder, en ese lugar  me volví loco con lo que me dieron para crear. El Kinder  fue esencial para desarrollar tus habilidades.



¿Cómo fue tu estancia en la Escuela de Artes Plásticas?
Mi madre me llevó a la Escuela Municipal de Artes Platicas, que estaba en el Edificio Trigueros,  pensaban que no me iban a admitir por la edad, pero Félix Guerrero, me ayudó  a entrar, fui el único niño que por sus habilidades fue admitido.
El señor Armendariz era el director, se fascinaron con mis habilidades, tenía como 7 u 8 años.
La  Escuela de Artes Platicas fue un lugar de gran tradición artística, desafortunadamente las autoridades no  le han dado seguimiento.
¿Cómo fue tu desarrollo artístico?
Antes de entrar a la Secundaria  mi padre me consiguió una beca en cuba, estudie en la Escuela Nacional de Artes Cubanacan, tres años.
De regreso a Veracruz, termine mis estudios en la escuela José Azueta -creo que soy la tercera generación-  para validar mis estudios, curse el tercer año y termine.
Luego hice mi preparatoria en la Escuela Nocturna, entre a trabajar en un despacho de Arquitectos, donde me desempeñaba como ayudante de dibujo.
¿Tu estancia en la ciudad de México?
Me fui a estudiar diseño gráfico a la ciudad de México, allá trabaje con un pariente que estaba encargado de la construcción del Metro, el ingeniero José Ángel Barquet, me dedique a ser ayudante del Contador y termine mi carrera profesional en Diseño Gráfico, pero mi pariente me dijo algo muy duro: “Los artistas se mueren de hambre” así que termine mis estudios y me especialice en Italia.
Conseguí una beca para estar tres años en Roma en la Escuela de Arte y fue una experiencia muy enriquecedora.  Viví en Urbino Pesaro, el centro de Italia.
Para que esto fuera posible tenía que acreditar el conocimiento del idioma italiano. En 6 meses no salí de la Embajada Italiana en México.
Ya en Italia  estudie en el Instituto Estatal de Arte y por las tardes mi especialidad en Diseño Gráfico.
¿Por qué no regresaste a Veracruz?
¡No!, Veracruz estaba gris, sentía que no evolucionaba, tuve que esperar 20 años, para poder ver, artísticamente hablando, que las cosas mejoraban. Fue una  diáspora de Artistas como Rafael Guerrero y otros que no regresábamos a Veracruz por falta de apoyo, de espacios.
¿Cuándo decides regresar?
Mi vida la hacia en México, allá expuse en muchos lugares, como el Centro Cultural Veracruzano, en el Instituto Italo Mexicano, en la Escuela Nacional de Artes Graficas, etc., pero vino el terremoto de 1985 y yo quedé espantado, fue muy traumatizante y  decidí regresar a Veracruz.
Actualmente Bernardo González sigue promoviendo su obra, para conocer más o contactarlo  al cel.  2291406375 o en FB Bernardo González Peña, artista.




@miguel_salvador

miércoles, 10 de diciembre de 2014

EL PRIMERO DE MAYO, EL VERACRUZ DE LOS AÑOS 50´S


Rafael Diez Garelli

    En el Veracruz de mi niñez, en los tempranos años 50 del siglo pasado,  los días primero de mayo eran muy emocionantes, no porque sucedieran cosas extraordinarias  sino porque estaban revestidos de una atmósfera especial. En primer término, no había clases. Iniciaban así los días festivos del mes de mayo que se prolongaban con el 5, el 10 y el 15.

    Pero lo principal es que no trabajaba ¡NADIE! porque la prohibición de laborar era rigurosa. No sólo los  comercios estaban obligados a cerrar  sino también los servicios, de tal manera que no había transporte público, ni cines ni restaurantes. Únicamente se permitían algunas corridas de los autobuses foráneos y las normales del ferrocarril (que entonces era el principal medio de transporte de pasajeros). Incluso se rumoraba que en algunas poblaciones, brigadas de sindicalistas recorrían las calles en busca de violadores de la prohibición a los que aplicaban castigos ejemplares mientras las autoridades se hacían de la vista gorda.

    El 30 de abril ya era el día del niño, pero a lo más te daban un dulce o un refresco en la escuela al salir a recreo y la jornada continuaba como siempre. Pero al volver a casa se empezaba a sentir el ambiente especial porque los adultos hacían planes para el día siguiente. Como el mercado no abriría, la noche anterior permanecía funcionando hasta las doce de la noche y aunque sólo sería por un día el cierre, las amas de casa lo invadían y hacían compras como si fuera a permanecer clausurado un mes.

    Lo mismo sucedía con las tiendas, desde los ultramarinos de pretensiones (como La Sevillana, que estaba en la avenida Independencia) hasta el más humilde tendajón de cuadra, permanecían en funcionamiento hasta la sacramental medianoche, perfectamente surtidos y despachando a una clientela previsora de la escasez del día siguiente. Ni aún de “tapadillo” los comerciantes se atrevían a abrir. Este trasiego de gente comerciando hasta altas horas de la noche era inusual y emocionante. Además, con la perspectiva del feriado, las familias prolongaban la tertulia nocturna de plática afuera de las casas en sillones, sillas y mecedoras y mientras los adultos platicaban los niños jugábamos en la calle.

    El descanso total del día primero llevó a las familias a la decisión de que la mejor manera de afrontarlo era ir de excursión, para lo cuál la familia extensa  (abuelos, tíos, primos, compadres, etc. entre más, mejor) alquilaba un autobús urbano (único día que no trabajaban, pero sí se les permitía las contrataciones privadas) para trasladarse desde muy temprano a las siguientes opciones:
La más favorecida era la de Medellín de Bravo para pasar el día a la orilla del río,  visitar las huertas y acarrear mangos, tantos que siempre acababan por pudrirse. Se llevaba un copioso cargamento de comida y bebida, sillas plegables, toldos, hamacas, hieleras y toda clase de adminículos (por si llegaran a ofrecerse) que mas que una excursión parecía un migración del antiguo oeste. Dada la popularidad de  esta opción, Medellín llegó a ser insuficiente así que la gente acabó por desparramarse  desde El Tejar hasta Jamapa.


Los clasemedieros de pretensiones emprendían el viaje en auto hacia Puente Nacional; también temprano porque  sus iguales xalapeños hacían lo mismo y entonces había una carrera entre costeños y arribeños para ver quién copaba antes las instalaciones del balneario y empujaba a los otros a la incómoda ribera del río.

Los que andaban más cortos de recursos se dirigían a Mocambo y aunque la pasaran muy bien no hacían alarde de su excursión porque era  a un lugar habitual de los domingos.

Los más exóticos tomaban el tren mañanero hacia La Antigua o Atoyac, que eran paseos bonitos pero no se tenía la seguridad sobre la hora del regreso, pues la única forma de llegar ahí era un ferrocarril que no se caracterizaba por su puntualidad. Así que había familias que  regresaron de madrugada o tuvieron que pasar la noche en la estación.

Los muy audaces se trasladaban a sitios más lejanos como Alvarado o Tlacotalpan, pero no eran muchos lo que hacían esto.

Los menos favorecidos sólo iban a bañarse a las playas de Regatas, Villa del  Mar o playa Norte y volvían a casa  para comer.

Y al final de todo, había familias a las que sus escasos recursos o su falta de entusiasmo determinaba que no iban a ninguna parte, pero eso sí se reunían a comer en el patio de una casa, con montañas de antojitos y muchos cartones de cerveza.

    Al caer la tarde, los viajeros de regreso saturaban las carreteras y el tráfico lento aumentaba las molestias de los indigestados, de los beodos y de los accidentados porque mínimo se regresaba con raspones en las extremidades.

    Los que no habían salido procuraban recuperar algo de normalidad trasladando la reunión del patio a la banqueta y cortando el flujo de bebida, motivo más que suficiente para que los asistentes comenzaran a disgregarse. Así que el día festivo terminaba muy temprano, con la gente agotada y llena de malestares. Casi nadie tenía ganas ni capacidad de cenar y sólo se comentaban brevemente los zafarranchos ocurridos en el desfile obrero (multitudinario, obligatorio bajo amenaza de descuento y presidido por las autoridades) y de los accidentes carreteros (también infaltables, porque hasta los choferes le entraban a la bebida).

    Con el transcurso de los años se fueron aflojando las restricciones y las familias fueron ganando en recursos económicos y en sofisticación. Se permitió que los servicios funcionaran (en cuanto concluía el sacrosanto desfile obrero); después que lo hicieran los comercios y  finalmente el que quisiera, con la salvedad que había que pagar al triple el salario de los trabajadores, lo que sigue siendo un gran incentivo para que muchos patrones prefieran festejar el día del trabajo.

    Las opciones del feriado murieron por su sencillez y obviedad. Primeramente fueron calificadas de aburridas y  la adjetivación fue progresando hasta que finalmente el epíteto “nacas” les dio el tiro de gracia. Y el emocionante primero de mayo, pasó a ser una fecha más al desaparecer el ritual solemne y festivo que lo caracterizaba.
Noviembre de 2014



Rafael Diez Garelli, Veracuz 1946, Licenciado en Derecho por la Universidad Veracruzana, Secretario Particular de la Secretaria de Gobierno del Estado 1998-2003, Secretario Técnico del Consejo Consultivo de la Comisión Estatal de Derechos Humanos 2003-2011, Catedrático de Literatura Universal, Literatura Mexicana, Taller de Lectura y Redacción, Filosofía, Historia y Problemas de México, Historia Universal, Sociología en escuelas públicas y privadas en el nivel Bachillerato durante 30 años, participante del taller literario de Jaime Velázquez, miembro de las salas de lectura Ora Lee de la USBI y Veracruz 500 años del IVEC.  

NACIÓN JAROCHA, ABISMO CULTURAL ISIDRO LAISEQUILLA, UN JAROCHO EN MEDIO ORIENTE



Por: Miguel Salvador Rodríguez Azueta

La Historia del solar porteño se ha enriquecido durante siglos por la impronta de personajes peculiares. Hombres y mujeres - nacidos o no, en este rincón de la patria que sabe sufrir y cantar – con sus aportaciones sociales (políticas, culturales, artísticas) le han dado a Veracruz un lugar en el escenario nacional e internacional.
Isidro Laisequilla, es un ejemplo de estos personajes, nacido “¡Hace un chingo de años!” – según sus palabras- en el Carlos A. Carrillo, específicamente dentro del Ingenio San Cristóbal. 

¿Tu familia es Veracruzana?

¡No!, mis padres llegaron a Cosamaloapan, porque mi padre fue contratado por perfil académico en agronomía por el Ingenio San Cristóbal, ellos eran del Paso Texas.
Al no existir hospitales en el municipio- en aquel tiempo-  me trajo al mundo el medico del Ingenio, el Dr. Coppola, cosas de la vida, quien iba a decir que pasado el tiempo anduviera en cosas del Cine como Francis Ford Coppola.

Entiendo que parte de tu vida juvenil te la pasaste viajando y trabajando en el extranjero.

Si, la ventaja de dominar otro idioma,  porque mi madre siempre me insistió y es gracias a ella, que tuve la oportunidad de viajar a Estados Unidos y Europa, el idioma me abrió las puertas de varios trabajos como fotógrafo lugares como los Ángeles, Nueva York y Paris.

¿Cuando decides regresar a Veracruz?

Bueno, yo estudie fotografía desde los 12 años, después de viajar, me fui a estudiar a la Universidad de la Américas en Puebla, Artes Graficas, después regrese al puerto y fui fotógrafo de Control de Calidad para el proyecto de Laguna Verde, pero un día me ofrecieron empleo como fotógrafo de sociales en el Decano de la Prensa Nacional, acepte y me quede en el puerto

Tal parece que Veracruz e Isidro deciden hacer un pacto, ¿Ambos seguirán juntos?.

¡Claro que sí!, de hecho mi trabajo como director y productor de cine lo sigo desarrollando en el puerto a pesar de las limitaciones. Hace otro “chingo de años” realicé mi primer corto con Armando Mejia Lavalle y  Tomás Tejeda, que se llamó “Internado”, el cual ganó muchos reconocimientos, a la fecha llevo más de 13 cortometrajes, incluido “Amor Mio”.
Me quedó en Veracruz, porque para mi, el periodismo  ha sido un escaparate, y cuando tome esta decisión la vida en México era mejor, vida buena, tranquila, más  relax y digna, a diferencia de otros países.

Eres de los pocos jarochos que son invitados a exponer su obra cultural en Medio Oriente, ¿Cómo te fue en los Emiratos?

Muy bien, metí mi propuesta de exposición en la Embajada de los Emiratos y ¡Zaz! Que me invitan, fue un viaje de 26 días, por lugares como Dubai, Abu Dabi, Sharjah y Ajmán.
Una de las anécdotas chistosas, es que allá no hay pobres,  pero en cuestión de estudios geográficos no andan muy bien, me preguntaban de donde era, les decía que Veracruz y me respondían: ¡Ah Miami, Miami!
En Dubai done obra de arte y en Abu Dabi participe en el 8° Festival Internacional de Cine, de hecho es un proyecto muy parecido a lo que se intenta hacer con el Festival Internacional de Cine Extremo aquí en Veracruz.

¿Los médanos de los Emiratos  te recordaron tu tierra?

¡Ja, ja!, fíjate que sí, me acorde de los médanos de Mocambo, de aquellos tiempos de juventud, pero la arena es diferente, la de allá más como un polvo fino.

Lo que si te puedo decir es que allá no hay tanta cárcel o policías, la sociedad es estricta y hay mucha seguridad, no puedes, como aquí, andar echando “Desmadre” en la calle, allá si no se andan con cuentos.  


miércoles, 26 de noviembre de 2014

LOS CUENTOS DEL SOLAR PORTEÑO DEL JAROCHILLO SARMIENTO


EL KILOTE DE LA HUACA

Por. Miguel Salvador Rodríguez Azueta

CAPITULO I
Que trata del jelengue acontecido al famoso caballero don Kilote de la Huaca, después de la requisa del Puerto.

En un lugar del barrio de la Huaca, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo que vivía un caballero que había pertenecido a la elite del Sindicato de Maniobristas del puerto de Veracruz.

Ni tan joven, ni tan viejo, Alfonso Esquilano, rondaba en los 63 años, de los cuales 20, había disfrutado en Jauja gracias a las ganancias de sus negocios ilícitos en los muelles.
Rozagante y pasado de carnes antaño, hoy chupado de rostro y de ausente talega, el Kilote habitaba una bohardilla en una vecindad del Barrio de la Huaca.
Caído en desgracia a partir de la Requisa de los Servicios Portuarios el 31 de mayo de 1991, al Kilote le dio por vivir de recuerdos idos, añorando un pasado de francachelas y guateques.

Apodado el Kilote, porque cada vez que disfrutaba de las ganancias de algún negocio organizaba una buena comida con sus amigos del Sindicato y solía pedir todo por kilo.
Kilos de camarones, kilos de pulpos, kilos de mota y kilos de coca, así de kilo en kilo, se quedó el mote del Kilote de la Huaca.


La requisa lo dejó literalmente en la calle, junto con otros cientos de compañeros de los sindicatos de checadores y amarradores,  tuvo que apoquinar al Banco lo que debía - que era lo más -  liquidar su casa chica y grande y vivir provisionalmente en el interior de su Ford Mustang modelo 1970, hasta que su hermana Dorotea se apiado y le dejó arrumbarse en una diminuta bohardilla en su antigua casa del  barrio de la Huaca.
Dorotea era viuda y vivía con su hija Fernanda, apodada la “Pelona”.  De reciente ingreso a la filas de “La Legión de María”, Dorotea, pretendía ejercer su devoción a través de la caridad cristiana con nuestro personaje, cosa que le costaba mucho trabajo, pues el Kilote era de buena memoria y a la menor oportunidad le recordaba a Dorotea que en su juventud había sido de moral distraída o como dicen los jarochos: “De culo alegre y bullanguero”
-       ¡Cuando ya no las quiere el diablo se entregan a Dios!- le espetaba el Kilote en su cara.
En sus ratos de ocio- que eran los más-  el Kilote leía ávidamente las aventuras de Kaliman, el Pantera y Chanoc, lo que poco a poco, junto con su afición al aguardiente de caña – en cualquiera de sus presentaciones- lo que contribuyó ún más a quemarles las neuronas.
Nuestro personaje, tenía cierto parecido físico con Tsekub Baloyan, el padrino de Chanoc, incluso en su forma de vestir, un viejo pantalón de mezclilla y una playera roja llena de bujeros cortesía de una añeja campaña política, eran su outfit diario.
Sin embargo, cuando era convidado a algún jolgorio, se enfundaba en una especie de disfraz, consistente en una camisa de color chillón con estampados florales, un pantalón gris de origen blanco, zapatos del mismo tono que pintaba con corrector líquido y un sombrero tipo borsalino, adaptado al trópico y que no le ajustaba porque era más chico que su cabeza.
Cierto día, después de un Carnaval, el Kilote dejó de asistir a la banca que servía como oficina a los damnificados de la requisa Salinista,  pues pensó que 20 años ya eran suficiente y que ese plantón en la plaza de armas de la ciudad de Veracruz ya se había convertido en selva.
Al Kilote se le hizo una pérdida de tiempo estar exigiendo unos derechos, que los políticos se los pasaban por el izquierdo, así que, obnubilado por las aventuras de sus personajes de las revistas de historietas y al exceso de aguardiente, decidió sacudirse la modorra y emprender nuevas aventuras.
Sin poder mover su viejo mustang - por falta de dinero para gasolina y repuestos-  el Kilote empezó a recorrer la ciudad a pie, en busca de chipotes que aplanar y jelengues que aquietar.
No tuvo que ir al carajo para toparse con jiribillas dignas de versarse, apenas cruzó el umbral del patio de vecindad, se encontró con Pancho Tranza, quien animado por las visiones aventureras y la promesa del Kilote de nombrarlo gobernador de la Isla de Sacrificios o mínimo de darle un Agencia Municipal en Villarín (Zona rural del municipio), se animó a ser su fiel escudero y arriesgar la zalea en pos de estas correrías.
Continuara…



DICCIONARIO DE LA MUY DEMOCRATICA Y REPUBLICANA LENGUA JAROCHA

Apoquinar: Pagar de mal gana.
Arrumbar: Abandonar algo en una habitación.
Bujeros: Hoyos
Bullanguero: Alegre y fiestero, afecto a la Bullanga.
Bullanga: Bullicio y jaleo.
Carajo: Lugar lejos.
Correrías: Aventuras
Chipote: Protuberancia, chinchón.
Francahela.- Reunión para beber y comer en exceso.
Guateque.- Baile alegre
Jauja.- Lugar mítico de prosperidad y riqueza
Jelengue.- Molestia, contratiempo
Jolgorio.- Fiesta animada
Jiribilla: Trampa/revoltoso
Zalea.- Cuero de oveja que conserva su lana. “Perder la zalea” perder algo valioso que da confort.
Pachanga.- Fiesta
Outfit: Conjunto de ropa
Talega. Panza




CAPITULO II
Que trata de la primera correría del famoso caballero don Kilote de la Huaca, por los Portales de Lerdo.

Así las cosas, el Kilote y su nuevo amigo, Pancho Tranza empezaron a recorrer el centro histórico de la ciudad de Veracruz buscando chipotes que aplanar y jelengues que aquietar.
Caminaron a lo largo del bulevar con dirección al norte. Al pasar por el un famoso Circo con Animales Marinos se detuvieron a aguardar el color verde del semáforo peatonal. Kilote observó a un grupo de chiquillos harapientos haciendo malabares para pedir dinero a los automovilistas. Triste escena, pues las pocas monedas que ganaban las utilizaban para comprarle a un sujeto un trapo empapado con solvente, al que le suelen echar también frutas, conocidas como “Monas de Guayaba”. Tal escena incomodo al Kilote, provocando que hiciera gala de lo que le quedaba de memoria al recordar aquella frase de Díaz Mirón: “La inopia vive sin un halago sin un consuelo, sin un placer. Sobre los fangos  y los abrojos en que revuelca su desnudez cría querubes para el presidio y serafines para el burdel”.

Aquella tarde, Kilote y Pancho se la pasaron tomando aguardiente de caña en la playa de Regatas; al caer la noche, decidieron  caminar hacia la zona de los Portales de Lerdo, así referidos en los mapas por encontrarse sobre la calle que lleva el nombre del insigne veracruzano don Miguel Lerdo de Tejada, pero por cuestiones de pereza mental muy propias del trópico, a los jarochos les había dado por mentarla como Lerdo -así a secas- sin especificar si se trataba de don Miguel o don Sebastián, ambos ilustres personajes de la historia matria y patria.

En los otrora alegres Portales, existían hoteles y restaurantes, de antigua gloria, algunos aún conservaban la impronta de su jauja y otros- los muchos-  estaban esperando – al igual que los dueños – que la gravedad hiciera su trabajo.
Uno de ellos, a punto de desplomarse el techo, servía como albergue a los menesterosos de la zona. El velador o encargado, era un viejo empleado del hotel, a quien los dueños se negaban a liquidar por sus años de servicio, así que le habían dado el cargo de “vigilante” con la aviesa intención de esperar a que el techo se le viniera encima, y con eso salían ganando, así no pagaban liquidación y se ahorraban la remodelación y cuitas ante el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia).

Aquel antiguo hotel, más fachada que interior, conservaba poco indicios de sus mejores tiempos, dentro sólo quedaban desechos.
Desechos; ¡Sí! literal,  de muebles y de la sociedad. Un  mesero y dos recamareras – en las mismas condiciones que el vigilante, nunca recibieron su finiquito del hotelero trácala – quienes al no tener lugar donde ir, decidieron esperar la justicia de los hombres en aquel lugar.

Otros huéspedes, de semejante ralea, eran un indigente lunático que se decía maestro de Yoga, y que para colmo se llamaba Lorenzo, tres teporochos, una bandada de murciélagos y palomas que se alternaban la guardia - en el día las palomas salían a buscar comida y en anoche lo propio los murciégalos - así como cientos de ratas, un perro, dos gatos y un zopilote rey, por herencia solitario.
Febril en su mente, el Kilote al llegar a la zona de los Portales confundió aquellas ruinas con un regio hotel de cinco estrellas, pidiéndole al velador, que también era un amigo, una habitación clase presidencial para él y su fiel amigo Pancho Tranza.

El viejo velador, acostumbrado a tanto loco, no le presto interés a los argüendes del Kilote, aceptando darles albergue por aquella noche, a condición de que consiguieran algo de beber y de comer para todos los huéspedes humanos.

Al Kilote, aquella condición se le hizo ligera, - ¡Como echarse un buche del océano!- dijo, mientras se rascaba la cabeza pensando cómo conseguir algunos morlacos y ayudar a aquellos menesterosos pues invocando nuevamente al bardo veracruzano le dijo a su amigo el gerente de aquellas ruinas:

“Sabedlo, soberanos y vasallos, próceres y mendigos: nadie tendrá derecho al os superfluo mientras alguien carezca de los estricto”

Pancho Tranza le propuso pedir limosna en los Portales, a lo que el Kilote se opuso tajantemente, también a la idea de cantar o bailar, pues le recordó a su amigo que él, no podía rebajarse a tal nivel, sino seguir el ejemplo de personajes serios y valientes como Kalimán o don Salvador Díaz Mirón.

Kilote, también pensó en dedicarle su primer correría a una doncella,  acordándose de Genoveva “la Peluda”, una hermosa y conocida dama del puerto, ella sería el motivo de sus afanosas aventuras.

Aún sin saber a bien, exactamente qué hacer para ganarse unos pesos, Pancho vio en una mesa del Portal a un solitario parroquiano, de aspecto bucólico.

 –Con botas y sombrero, cualquier pendejo es ganadero- pensó Pancho.

Al observarlo detenidamente, se percató que el ranchero, lucia ostentosas prendas, cadenas de oro y una pulsera tipo “molleja” de igual tipo, junto con un reloj fino.
En esas elucubraciones estaba, cuando paso junto a ellos (Kilote y Pancho)  un hombre ofreciendo “toques eléctricos”, un  pasatiempo muy común en los Portales Jarochos. En una caja se colocan baterías eléctricas y mediante un ingenioso sistema de resistencia de la corriente, la misma fluye por cables hacia unos tubos de metal. El juego consiste en que el valiente o incauto resista lo más posible la intensidad del voltaje, que va de  6 a 10 miliamperios, - Lo suficiente para no matar pero si apendejar- pensó Pancho.
Pacho analizó las posibilidades, que eran nimias, pero que podían ser viables, si el Kilote se prestaba a entrarle a una apuesta de resistencia con aquel ranchero presuntuoso.

Continuara…

DICCIONARIO DE LA MUY DEMOCRATICA Y REPUBLICANA LENGUA JAROCHA

Argüende.- Chisme, enredo.
Aviesa.- Maldad, inclinado al mal.
Bucólico.- Referente al campo.
Chipote.- Chichón.
Correría.- Aventura.
Cuita.- Trabajo, problema.
Jelengue.- Contratiempo.
Jauja.- Lugar de bonanza.
Ralea.- Clase, género o especie.
Trácala.- Deshonesto.


CAPITULO III
Que trata de lo que le aconteció al Kilote al retar al ranchero presuntuoso en los Portales de Lerdo.

Raudo, <<Pancho Tranza>> maquinó la treta para hacerse de unos pesos a costa del presuntuoso ranchero. Convenció al <<Kilote>> con pocos argumentos y mucha imaginación acerca de la futilidad de riesgos de aquel duelo, pues le aseguro que las descargas eléctricas le harían lo que <<el viento a Juárez>>.

El <<Kilote>> vaciló un poco, pero Pancho le juró y aseguró  que saldría vencedor, pues la corriente eléctrica correría mejor por el cuerpo del  ranchero por estar cargado de oro y corindones, a diferencia del <<Kilote>>, que aparte de no traer puesto más que huesos y pellejo, traía calzados unos zapatos con suela de goma lo que ayudaría a aminorar el paso de la corriente.

En apariencia, el plan explicado a <<Kilote>>  por <<Pancho>> era sencillo. El <<Kilote>> se sentaría cerca del ranchero y <<Pancho>> se haría pasar por el señor de los toques eléctricos, haciendo aparecer al <<Kilote>> como un hombre valiente que soportaba grandes descargas y que nadie más podría hacer lo mismo. Si el ganadero caía  le aportarían la comida y la bebida de aquella noche.

Previamente <<Pancho>> había pactado con el dueño de la caja de toques eléctricos que le prestara la caja porque tendrían un <<buen jale>>.

Así las cosas <<Kilote>> se sentó cerca del Ranchero en la zona de los Portales de Lerdo, pidió una cerveza y una torta de jamón Serrano y a los pocos minutos apareció <<Pancho>>  voceando su servicio de <<toques eléctricos>>.

Fingiendo que no se conocían, <<Pancho Tranza>> le ofreció las descargas al <<Kilote>> y este aceptó, vociferando que el juego era  para hombres, muy hombres.
La jactancia de aquel personaje, llamó la atención del ranchero, prestando atención al supuesto juego de las descargas eléctricas.

<<Pancho>> había acordado con el <<Kilote>> que sólo le daría una descarga de 6 miliamperios y que tendría que fingir que la carga era mayor para hacer caer al Ranchero.

Dignos aspirantes a un <<Oscar>>, nuestros personajes representaban su acto, <<Pancho>> aparentaba que el daba alto voltaje al <<Kilote>>, y  este se retorcía fingiendo que la carga eléctrica que le recorría era lo suficientemente alta como para desmayar a un Anarquista.
-       ¡Es un hombre, hombre!- exclamaba <<Pancho>>-  ¡Nadie podría soportar los 10 miliamperio!.

El ingenuo Ranchero admirado del presunto acto de valentía de aquel caballero, cayó en la trampa y llamó a <<Pancho Tranza>> a su mesa.

-       ¡A ver amigo! ¿Como esta ese asunto de los toques?- inquirió el curioso Ranchero.
-       Bueno señor, es que esto es para puros hombres-Le dijo Pancho como no prestándole atención a la pregunta curiosa del ranchero.
-       ¿Que dices animal?- exclamo molesto el ranchero parándose de su asiento-  ¿Qué no ves que yo soy un hombre?, ¿Acaso no te dice nada mi sombrero y mis botas de ganadero?
-       Bueno, bueno- respondió Pancho- usted disculpara caballero, pero le recuerdo que el <<hábito no hace al monje>>.
-       ¿Que dices malandrín?
-       Disculpe usted amigo,  pero el caballero de esta mesa ha soportado el tope que es de 10x10.
-       ¿Y eso que quiere decir?- preguntó el ranchero.
-       ¡Que son diez descargas de diez miliamperios!- le dijo <<Pancho>> seguro de que le había picado el amor propio al ranchero.
-       ¡Ah Dio!, bueno, ¡pues yo supero eso!- Respondió el Ranchero sin razonar lo que decía.
-       ¿Señor?
-       ¡Que reto al caballero! ¡yo aguanto once!
-       ¿Y que apuesta el caballero?- preguntó el <<Kilote>> desde su mesa.
-       ¡Le pago la borrachera!
-       Borrachera y comida, caballero- aclaro el <<Kilote>>
-       ¡Sí!, todo lo que aguante el caballero a comer y beber- dijo el ranchero.
-       Bien, apuesta aceptada- contestó el <<Kilote>>.

Pancho convenció al ranchero de que iniciara él primero, pues el <<Kilote>> ya había recibido los toques previos, así que sin mayores complicaciones el ranchero cogió los dos tubos de metal, los apretó y espero a que Pancho diera inicio.

-       Bien, aquí vamos, 1, 2, 3, 4- decía <<Pancho mientras subía la intensidad de los toques eléctricos.

Conforme <<Pancho>> aumentaba la intensidad, el ranchero se retorcía por la circulación de electricidad por su cuerpo.
-       7, 8, 9, 10, ¡bien, bien!- exclamo con aparente asombro <<Pancho>>, ¡paso usted la primera!.
-       ¡Bien, pues vamos por la segunda!- dijo el ranchero muy seguro.
-       ¡Va la segunda carga!- dijo <<Pancho>>-   a ver, 1, 2, 3, 4…

Cuando iban por el quinto intento y ya con las tortas, y los tragos servidos, <<Pancho>> le hizo señas al <<Kilote>>  para que tomara de la mesa la comida.

-       ¡Va la sexta!- grito <<Pancho>> a ver 1 y…

De manera repentina, <<Pancho>> subió el pase de corriente del 1 al 10, haciendo que el ranchero se quedara pegado a los tubos, retorciéndose como tlaconete en sal o Chinicuil en comal – cualquiera de las dos imágenes puede ayudar al lector- situación que aprovecho <<Pancho>> para arrancarle de un golpe las cadenas de oro y demás prendas y emprender la huida, dejando al ranchero conectado a la caja de los toques.

-       ¡Córrale Kilote!, ¡Córrale que nos apañan!- gritaba <<Pancho>> mientras presuroso se perdía de vista por los callejones del centro histórico.
-       ¡Pancho!  ¿y los amigos del Hotel, su comida?-le grito el sorprendido <<Kilote>>
-       ¡Córrale Kilote, no sea pendejo lo van a apañar!


Sin salir de su asombro y ante la posibilidad de que el ranchero lo desollara vivo al terminar su terapia de choques eléctricos, el <<Kilote>> también emprendió la graciosa huida con rumbo contrario a <<Pancho Tranza>> llevándose consigo las tortas de jamón serrano que ya había pedido.  Continuara..

NACIÓN JAROCHA, ABISMO CULTURAL


PIEL ADENTRO
TRANSPIRACION INTIMA DE FERNANDO VÁZQUEZ RIGADA

Por: Miguel Salvador Rodríguez Azueta

“Vous créez un frisson nouveau” 
Víctor Hugo

Alfonso Reyes escribió: “El hombre es el hombre y el espejo”,  nada más cierto del “Extraño engendro polar”.  Somos y no somos, somos uno y somos el otro.
En el caso de Fernando Vázquez Rigada, presiento que me he topado con el hombre y viví engañando mirando el espejo.
Al leer su reciente obra “Piel Adentro” - donde Fernando transpira su numen -   me quede sorprendido al comprender que el autor realiza un especie de Holocausto sobre si mismo, un auto sacrificio; no es común que un personaje como Vázquez devele al público su intimo decoro.
Conocí a Fernando hace 14 años – al hombre o al espejo, en esas ando- , exactamente, en Noviembre del años 2000 cuando llegue a la Secretaría de Desarrollo Económico del Estado de Veracruz en la ciudad de Xalapa.
Mi primera impresión fue la que estaba frente a un aspirante a “Gobernador”, de un solo análisis, lo estudie, lo analice y encontré muchas cualidades de un líder, también defectos, muy comunes en aquel sexenio de corte Imperial.
En poco tiempo, creo haberme ganado su confianza, pase de ser su gestor a un buen amigo, así lo considere porque no cualquiera comparte sus  espacios íntimos, vedados al resto de los mortales.
En esos momentos de esparcimiento y bohemia, Fernando me dio la impresión de que era una especie de Toche (Armadillo), fuerte por fuera y sensible por dentro.
No me equivoque, el tiempo me dio la razón, el día de hoy leyendo “Piel Adentro”  Fernando queda  al descubierto,  liberándose de gruesas capas que formaron su vida, - funcionario, político y asesor- encontramos el núcleo, piel adentro en la dermis vibra el poeta, padre, esposo, bohemio y el amigo.

Hace 14 años me comentaste que eras libre pensador, ¿sigues profesando la misma idea?.
Lo soy más que nunca. Pienso y creo. Mientras más lees, más cuestionas. En este época una de las obligaciones centrales del hombre es rechazar el pensamiento único –religioso, económico, político- y generar un conjunto de convicciones propios e íntimas. Al mismo tiempo, el hombre contemporáneo tiene la obligación de creer: en Dios, en la solidaridad, en el prójimo.
Hay asunto que se entienden abriendo los ojos y expandiendo la mirada y otros que sólo se procesan cerrándolos.
Tengo la idea de que conocí al espejo, ¿estaré equivocado?, ¿no serás ahora espejo?,  ¿eres el hombre?
¿Cuál es la verdad? ¿Lo que vemos? ¿Lo que sentimos? ¿Lo que proyectamos?
¿Somos verdaderamente como nos vemos o somos lo que lo otros ven?
Todos somos, de algún modo, esencia, pero también reflejo.
Cuando menciono el Holocausto, auto sacrificio, me refiero a que develas a un Fernando que pocos conocen, ¿no tienes miedo de que la gente conozca al Fernando de Carne y hueso?
Es una magnífica pregunta. Decidí publicar este libro (y lo platicamos mucho con el editor) bajo la convicción de que hoy necesitamos recuperar nuestra humanidad.
Piel Adentro es un alegato en favor de todo aquello que nos hace humanos y, por tanto, únicos y especiales: la palabra, la música, la fe, la amistad, el amor, el dolor.
Lo mejor que pasa en la vida es, justamente, lo que nos hace humanos y creo que aquel que quiera reencontrarse con el ser humano que habita en él debe buscarlo en un sitio, lejano pero maravilloso, que se ubica piel adentro.
En tres palabras, ¿que amas?
Lo que me enamora.
Tu paso por la política,  ¿te decepcionó o te hizo mas fuerte?
La política me hizo comprender las posibilidades, pero también las limitaciones, de lo público. No sé si me hizo más fuerte. Ciertamente me hizo más preparado.
Hay dos tipos de política. Una que se escribe con minúsculas: en donde habita el corrupto o el represor. Es la política que conduce a la kakistocracia: el gobierno de los peores.
Hay otra política, sin embargo, que se escribe con mayúsculas. Es la alta política de los líderes que transforman su realidad. Que conducen sus sueños. Que contagian su entusiasmo. Esa es la que se ha extraviado en México y la que urge recuperar.
¿Tu frase celebre?.
Nada hay más caro que perder.
Palabras de Cassandra es un libro de análisis político,  de hecho te convertiste en una especie de Bautista, clamando en el desierto,  pidiendo sino por el arrepentimiento, si por el cambio de rumbo. ¿Que te hizo cambiar el genero?, porque Piel Adentro es una especie de autobiografía, una especie de yo recuerdo, pido disculpas y soy de carne y hueso.
Escribo desde hace años por obligación y por necesidad. Por obligación con mi país. Por necesidad conmigo mismo. Escribir me hace sentirme vivo.
Mis tres primeros libros fueron escritos por obligación: porque uno debe contribuir al sitio al que pertenece, a la tierra donde creció.
Piel Adentro proviene de la necesidad. Encontrarme en estas páginas pero esperando que otros se encuentren en mis palabras. La literatura nos permite  vernos en la mirada de otros.
Finalmente, escribo con la convicción de que mis palabras serán las huellas de mi paso por la vida que, algún día, con un poco de suerte, alguien encontrará y pospondrá, así sea mínimamente, el olvido en el que habré de convertirme.
¿Tendremos más confesiones de Fernando? ¿Hay después de la dermis un núcleo?   ¿Que esperamos de Fernando, el escritor?
Puede ser. Hay mucho por vivir y, por tanto, mucho que escribir. La literatura es una forma de recordar el futuro e imaginar el pasado. Quiero seguir recordando y seguir imaginando. Cuando ya no tenga esa capacidad, sabré que habrá llegado el momento de partir.
Tengo en curso un nuevo libro: “Un mundo raro”. Una reflexión sobre los cambios sociológicos, demográficos, tecnológicos contemporáneos y cómo están modificando la forma cómo nos comunicamos, convivimos, producimos riqueza y nos gobernamos.
Y, algún día, por supuesto, escribiré una novela.


@miguel_salvador