lunes, 7 de abril de 2014

ANÉCDOTAS DEL 14 3/5


“LOS PROFESORES VERACRUZANOS”

Por: Miguel Salvador Rodríguez Azueta

“La historia no es historia a menos que sea la verdad”

Diez años atrás, el Profr. José Antonio Herrera Cerezo, publicó  una valiosa obra: “La Epopeya de los Profesores en 1914”. Un trabajo compilatorio y de investigación que no debe quedar en el olvido. Gracias al apoyo del grupo Rullán, la SEV, Delegación regional en esta ciudad, el Ateneo Veracruzano y la Biblioteca magisterial, Herrera Cerezo de manera visionaria señalaba que a diez años de la Gesta heroica, corríamos el riesgo de llegar a la conmemoración de los 100 años como lo estamos haciendo, desunidos. Como aquella voz que clamaba en el desierto, el profeta Herrera vislumbraba que grupos civiles y oficiales trabajarían cada quien por su lado en beneficio propio, no se equivocó, demostró que  pueden más los intereses privados y los egos que el supremo interés colectivo de nuestra querida ciudad.

No es un secreto, que a historia oficial dista mucho de la realidad, tan es así que el Mtro. Herrera trae a la luz un dato que echa por tierra la famosa instrucción de tomar a toda costa Veracruz en el 23 de Noviembre de 1914.

Herrera explica que existe un Decreto de perdón que Venustiano Carranza acordó el 8 de noviembre de 1914, el cual beneficiaba a todos los colaboradores del invasor, ósea  un Indulto General a los colaboradores.

En la misma obra, nuestro Profeta porteño,  resalta los nombres de valientes maestros que se opusieron a trabajar para los invasores, entre ellos destacan  María Malard Macarty Abraham Morteo Savignon,  Elena V. del Toro,  Luz María Llorente de Posadas, Mtro. Delfino Valenzuela y muchos otros, cuyos nombres se encuentran un pequeño monumento, ubicado en el Parque Ciriaco Vázquez, por cierto en muy mal estado,  por el lado de la Avenida Hidalgo.


Considero que la obra de investigación del maestro Herrera debe ser de obligatoria lectura por parte de esta generación de profesores, educadores del siglo XXI,  siglo en el que los valores universales brillan por su ausencia (frase jarocha). Vergüenza debería darnos, el que una niña indígena nos señale nuestros errores y fracaso como sociedad.     

Justino N. Palomares en su obra “La Invasión de Veracruz”, (cuadernos mexicanos 968-084-8333-x)  señala que los profesores porteños fueron citados por los mandos de ocupación en el hoy teatro Clavijero. Después de escucharlos, el Mtro. Delfino Valenzuela les dio esta valiente contestación a las ofertas de impartir clases al estilo del programa americano: “Es imposible que trate de obligarnos a asistir a nuestra labores contra nuestra voluntad. Por mi parte declaro que no estoy dispuesto a trabajar. Díganos ustedes, miembros del ejército norteamericano ¿Qué harían en nuestro caso? Supónganse que por un momento fuéramos nosotros lo invasores… ¡nosotros aquí debemos adoptar una actitud de dignidad y patriotismo!”

En mi opinión, creo que debemos mirar al pasado y recordar a aquellos hombres y mujeres que si esperar ordenes de jefes o inspectores (mucho menos de líderes sindicales) asumiendo la responsabilidad de oponerse a tremendo enemigo y sin violencia, solo siguiendo la máxima de Gandhi, “Resistencia pacífica”, sirvieron desinteresadamente a la niñez veracruzana, insisto, sin percibir emolumento alguno y sorteando peligros latentes, hasta de muerte.


Herrera Cerezo señala “Se trata de una valiosa dedición colectiva inspirada en la ideal liberal de la educación como derecho fundamental del pueblo mexicano, pero había que defender el postulado asumiendo la responsabilidad de la desobediencia a un mandato extranjero llamado ley marcial”. (Pág. 84).

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